sábado, 16 de septiembre de 2023

Diez años de piedra, diez años de papel

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El 10 es un número importante para Piedra Papel. Quizás, no sé, porque me recuerda al mismo nombre de la editorial: el 1 sería la piedra y el 0 el papel, alguno de los dos sería Araceli y el otro sería yo. Pero también por otras cosas. Diez fueron los números que edité de COTARRO, aquel fanzine con el que empezó nuestra pequeña aventura editorial. Y otros diez fueron los poemarios que formaron para de la colección Caja de Formas, también extinta ahora; una colección preciosa, pensada con acierto, que nos ha permitido juntar en un mismo juego a un buen puñado de poetas que admiramos.

El caso es que Piedra Papel Libros cumple 10 años de andadura y vamos a celebrarlo con nuestros autores, libreros, colaboradores y lectores más queridos. 

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Me asomo un rato al Diario de un editor de piedra (en otro tiempo llamado Diario de un editor lumpen), el blog que mantuve de manera intermitente desde diciembre de 2014 a diciembre de 2021, y, en cierto sentido, me alegra ver que algunos post siguen leyéndose bien. Quién sabe, a lo mejor sería interesante imprimir las entradas del diario, revisarlas un poco y, tal vez más adelante, plantearse una publicación en papel que pudiera ser útil, o al menos sugestiva, para quienes estén interesados en tirar para adelante con un proyecto editorial parecido al nuestro.

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Hace unas semanas me pasé un día entero escribiendo un artículo para un periódico que nos pidió un texto sobre la breve historia de la editorial. Aunque apenas si tenía tiempo y estaba bastante cansado, al final disfruté de su escritura porque, en cierta forma, hemos perdido la costumbre de pensar en el camino que recorren los proyectos que ponemos en marcha. Y más en un sector, como el del libro, que parece vivir de alimentar la máquina de novedades de manera compulsiva.

Quizá yo mismo tenga que aprender a pensarme como he pensado la historia reciente de mi propia editorial: con cariño, pero sin autocomplacencia. Y aplicarme el cuento de nuestros propios lemas: «no nos dan miedo lar ruinas» y «el futuro no está escrito, el pasado tampoco».

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Venga, que hay que ponerse en marcha... Quería un nombre que nos hiciera pensar en la dureza de las ideas, en cómo se pueden utilizar para luchar, aun en una situación precaria, y pensé en una bola de papel que, al lanzarla, pudiera atravesar un muro. Y aquí estamos, una década más tarde, con una piedra de papel entre las manos.

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