sábado, 16 de septiembre de 2023

Diez años de piedra, diez años de papel

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El 10 es un número importante para Piedra Papel. Quizás, no sé, porque me recuerda al mismo nombre de la editorial: el 1 sería la piedra y el 0 el papel, alguno de los dos sería Araceli y el otro sería yo. Pero también por otras cosas. Diez fueron los números que edité de COTARRO, aquel fanzine con el que empezó nuestra pequeña aventura editorial. Y otros diez fueron los poemarios que formaron para de la colección Caja de Formas, también extinta ahora; una colección preciosa, pensada con acierto, que nos ha permitido juntar en un mismo juego a un buen puñado de poetas que admiramos.

El caso es que Piedra Papel Libros cumple 10 años de andadura y vamos a celebrarlo con nuestros autores, libreros, colaboradores y lectores más queridos. 

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Me asomo un rato al Diario de un editor de piedra (en otro tiempo llamado Diario de un editor lumpen), el blog que mantuve de manera intermitente desde diciembre de 2014 a diciembre de 2021, y, en cierto sentido, me alegra ver que algunos post siguen leyéndose bien. Quién sabe, a lo mejor sería interesante imprimir las entradas del diario, revisarlas un poco y, tal vez más adelante, plantearse una publicación en papel que pudiera ser útil, o al menos sugestiva, para quienes estén interesados en tirar para adelante con un proyecto editorial parecido al nuestro.

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Hace unas semanas me pasé un día entero escribiendo un artículo para un periódico que nos pidió un texto sobre la breve historia de la editorial. Aunque apenas si tenía tiempo y estaba bastante cansado, al final disfruté de su escritura porque, en cierta forma, hemos perdido la costumbre de pensar en el camino que recorren los proyectos que ponemos en marcha. Y más en un sector, como el del libro, que parece vivir de alimentar la máquina de novedades de manera compulsiva.

Quizá yo mismo tenga que aprender a pensarme como he pensado la historia reciente de mi propia editorial: con cariño, pero sin autocomplacencia. Y aplicarme el cuento de nuestros propios lemas: «no nos dan miedo lar ruinas» y «el futuro no está escrito, el pasado tampoco».

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Venga, que hay que ponerse en marcha... Quería un nombre que nos hiciera pensar en la dureza de las ideas, en cómo se pueden utilizar para luchar, aun en una situación precaria, y pensé en una bola de papel que, al lanzarla, pudiera atravesar un muro. Y aquí estamos, una década más tarde, con una piedra de papel entre las manos.

domingo, 3 de septiembre de 2023

Ningún país fue para viejos. Sobre el origen del concepto «envejecimiento poblacional»

Después de terminar Edades de tercera (Descontrol, 2022), me quedé con ganas de ampliar algunas partes del ensayo relacionadas con el origen histórico de algunos términos, como «envejecimiento demográfico», que son claves para entender muchos debates actuales en torno a la vejez. Por eso me decidí a escribir este artículo que se publicó hace una semana en Ser Histórico - Portal de Historia

 
El sastre del pueblo (1894), Albert Anker

Ningún país fue para viejos.  Sobre el origen del concepto «envejecimiento poblacional»

1999 marca un hito en la estrecha y conflictiva relación entre la Organización de Naciones Unidas (ONU) y la cuestión demográfica. El año previo a la finalización del siglo XX fue declarado Año Internacional de las Personas de Edad y fue el pistoletazo de salida a todo el trabajo de análisis estratégico emprendido por esta institución en relación al llamado envejecimiento demográfico[1]. Atrás quedaban los años oscuros en que la organización internacional, a través del Fondo de la ONU para la Población (UNFPA), se empleó a fondo para luchar contra la bomba poblacional de los países del Tercer Mundo (favoreciendo, incluso, la puesta en marcha de programas de esterilización masiva).

A partir de entonces, han sido muchos los estudios demográficos elaborados por la ONU; análisis rigurosos donde destacan las proyecciones de población para los próximos años. En estas proyecciones, por ejemplo, España aparece como uno de los países más envejecidos del mundo en el año 2050.

Sin embargo, estos datos no han servido para que las cuestiones relacionadas con el envejecimiento poblacional estén en la primera línea del debate público en nuestro país de forma explícita. Por el contrario, ha tenido que ser una cuestión sobrevenida la que ha favorecido, al menos durante un periodo de tiempo, que los problemas de la vejez y el proceso de envejecimiento hayan suscitado el interés de los medios de comunicación de masas; nos referimos, claro está, al episodio relacionado con el fallecimiento de miles de ancianos en las residencias a consecuencia de la gestión política de la pandemia provocada por el coronavirus.

Sin embargo, a poco que rasquemos por debajo de los titulares de prensa, nos daremos cuenta de que la cuestión del envejecimiento poblacional está detrás de muchos de los debates recurrentes de nuestra sociedad; debates como los relacionados con la dependencia y los cuidados, las residencias de ancianos, la supervivencia del sistema de pensiones, el sistema de salud público, los modelos de familia, la violencia contra los mayores, etcétera.

Por otro lado, el uso político, explícito y envenenado, del concepto de envejecimiento poblacional de las naciones occidentales, resulta clave para la articulación de los discursos de la extrema-derecha más radicales, como el vinculado a la tesis conspirativa del llamado Gran Reemplazo; una tesis con especial predicamento en países como Francia, Estados Unidos, Alemania y los países escandinavos.

Llegados a este punto, y teniendo en cuenta el papel fundamental que el concepto de envejecimiento poblacional juega en buena parte de los debates actuales, resulta interesante plantearse cuál ha sido el proceso histórico que está detrás de la construcción teórica de este axioma de la demografía contemporánea.

Una historia de la Francia del XVIII y el XIX

Siguiendo las investigaciones de Patrice Bourdelais[2], reputado demógrafo francés que dirigió hasta 2018 el Institut des Sciences Humaines et Sociales (InSHS), durante el siglo XVII, debido al reforzamiento del proceso de centralización del Estado francés y al desarrollo de una administración que se pretendía más efectiva, por lo que tenía de fiscalizadora, la administración francesa favoreció la puesta en marcha de herramientas estadísticas de carácter demográfico que empezaron a utilizarse en las colonias y luego aterrizaron la metrópoli. El Marqués de Vauban (1633-1707) y Jean-Bastiste Colbert (1619-1683) tuvieron un papel protagonista en el impulso de estas medidas de análisis demográfico.

Hasta 1795, Francia fue el país más poblado de Europa, incluida Rusia. Sin embargo, a finales del siglo XVIII el control voluntario de la natalidad comenzó a practicarse de manera generalizada entre los estamentos más acomodados de la sociedad francesa. Una práctica que empezó a extenderse al conjunto de la población desde principios del siglo XIX. Teniendo en cuenta esto, en 1866 y en un contexto europeo marcado por la hostilidad franco-prusiana y la carrera imperialista, los territorios que en 1871 quedarían unificados bajo la bandera alemana, pasaron a superar en población a Francia, lo que sin duda pasó a formar parte de las preocupaciones de las élites francesas de finales del siglo XIX.

Fue entonces cuando un demógrafo, Jacques Bertillon (1851-1922), empezó a postular la teoría que problematizaba, en clave nacional, el aumento de la edad media de la población francesa provocado por el descenso de la mortalidad, el incremento de las tasas de población envejecida y el paulatino descenso de las tasas de natalidad. Según este razonamiento, la población francesa, es decir, Francia, se estaba haciendo más vieja, más débil y, por tanto, menos capaz de competir con las naciones rivales de su entorno. Una teoría que, dicho sea de paso, no escapaba al socialdarwinismo de la época y, entre otras consecuencias, favorecía la desvalorización social de los ancianos.

Natalismo patriótico VS. Neomalthusianismo obrero

Serían precisamente las propuestas teóricas de Bertillon, las que servirían de argumentario político a las organizaciones patrióticas —como la Alianza Nacional para el Crecimiento de la Población Francesa[3] que conformaron el muy activo lobby natalista francés.

Estas organizaciones, conectadas a un importante sector de las élites sociales y económicas de Francia, presionaron para el establecimiento de políticas públicas que incentivaran la natalidad y limitaran la contracepción, con el objetivo, según ellos, de frenar el debilitamiento del país provocado por el proceso de envejecimiento demográfico.

Como no podía ser de otra manera, la intervención política de estas agencias acabó por colisionar frontalmente con aquellos sectores, intelectuales y sociales, que ya a principios del siglo XX defendían las tesis neomalthusianas[4]. Estas últimas abogaban por enfrentar el problema de la pobreza de las familias obreras a través de la procreación consciente, lo que, entre otras cosas, implicaba una apuesta por la separación entre sexo y reproducción, el fomento de la educación sexual y la socialización de toda una serie de valores que, finalmente, favorecían la autogestión de la salud de la clase trabajadora[5].

Hay que tener en cuenta que fue en 1896, en el mismo año en el que se creaba la Alianza Nacional para el Crecimiento de la Población Francesa, cuando nacía la Liga Neomalthusiana francesa, que solo cuatro años después, en 1900, impulsaría el primer Congreso Neomalthusiano Internacional, celebrado en París. Un congreso que, a la postre, resultó clave para la difusión del ideario neomalthusiano. De hecho, fue poco después, en 1904, cuando se creó la Liga Neomalthusiana Ibérica, impulsada por el médico anarquista catalán Luis Bulffi de Quintana (1867-192?). Según Layla Martínez, en 1905 esta liga ya contaba con treinta y seis secciones, distribuidas por toda la península, que «realizaban labores de educación sexual y de difusión de las tesis de procreación consciente, poniendo especial énfasis en los métodos anticonceptivos y en la necesidad de que las mujeres decidieran sobre sus embarazos[6]».

Hablamos, por tanto, de todo un despliegue de propuestas que, en buena medida, fue factible gracias al papel jugado por publicaciones periódicas como Salud y Fuerza, Iniciales, Generación Consciente o, ya a partir de 1927, Estudios; periódicos y revistas de cuidada edición, tiradas generosas y amplia distribución que, como revelan los trabajos de investigadores como Alejandro Civantos[7], formaron parte de la pléyade de cabeceras que animaron el riquísimo universo cultural del anarquismo ibérico del primer tercio del siglo XX.

En la práctica, desde finales del siglo XIX hasta bien entrado el siglo XX, asistimos a la pugna, también en el terreno de la demografía, de dos modelos sociales antagónicos. El primero, representado por el patriotismo natalista, tomaba como referencia a la nación francesa y, partiendo del por entonces balbuceante concepto de envejecimiento demográfico, abogaba por la puesta en marcha de medidas que favoreciesen el aumento de la natalidad y, por ende, contribuyeran al descenso de la edad media de la población francesa; algo que, por un lado, pretendía garantizar la primacía de Francia en la carrera imperialista (lo cual satisfacía los intereses del ejército y los grandes industriales) y, por otro, alimentaba el argumentario religioso que perseguía la contracepción y la educación sexual.

Frente a ello, el movimiento neomalthusiano, en especial el de inspiración ácrata, tomaba como referente a la clase obrera internacional y pretendía divulgar entre los trabajadores y trabajadoras la idea de procreación consciente. Esta propuesta, que aspiraba a convertirse en una herramienta más en la lucha contra la miseria obrera[8], abría un horizonte emancipatorio para las mujeres y, de manera lógica, se insertaba a la perfección en un movimiento integral, como el anarquista, marcadamente internacionalista, antibelicista y enemigo acérrimo del poder político de las instituciones eclesiásticas.

Reverberaciones políticas actuales

Tal y como indica el demógrafo Julio Pérez Díaz en su blog, Apuntes de Demografía, a pesar de que el aumento de la edad media de la población había sido problematizado mucho antes del siglo XX, sería en 1928 cuando el prestigioso demógrafo Alfred Sauvy (1898-1990) —que posteriormente sería conocido por acuñar el término Tercer Mundo— empezó a utilizar de manera prolija la expresión «envejecimiento progresivo» de la población; una idea que, ya en 1946, facilitaría la aparición y normalización del término «envejecimiento demográfico» a través de su uso en la revista Population, una de las publicaciones periódicas sobre demografía más prestigiosas a nivel internacional.

Casi 80 años después, el término envejecimiento poblacional, libre de polvo y paja, se sigue blandiendo como una espada por aquellos actores políticos que, mientras alertan del “ocaso de Europa” (denunciando la “invasión migratoria” y la supuesta desaparición de los valores del cristianismo), ignoran las consecuencias del imperialismo occidental, aplauden las políticas neocoloniales que expolian a los países periféricos y, para más inri, promueven las medidas económicas de carácter neoliberal que precarizan la vida de los jóvenes, contribuyendo con ello al desarrollo de las condiciones generales que dificultan la natalidad y, por tanto, favorecen el aumento de la edad media poblacional[9].

Por otro lado, buena parte de las propuestas del movimiento neomalthusiano, incorporadas —como veíamos anteriormente— con especial predilección por el anarquismo internacional a su fecundo acervo de prácticas de intervención política, han permeado en otros movimientos sociales, como el feminista, que las hicieron suyas desde su conformación, desplegándolas de forma autónoma y, en no pocas ocasiones, ignorando su genealogía obrera y libertaria.

Finalmente, el anarquismo actual, que antaño pareció interesarse por todo aquello que condicionaba la vida de las clases populares, parece haber dado la espalda a la reflexión teórica en torno al tema capital de la demografía; ignorando, quizá, la acuciante necesidad de incorporar su imaginario humanista y su enfoque revolucionario al debate político en torno al futuro de la población mundial. Un futuro, como siempre en pugna, donde no solo se ven amenazados los códigos culturales que contemplan la inalienable dignidad de las personas mayores, sino también las mismas bases de la vida humana sobre la tierra.    

 


[1] Para no extendernos mucho, diremos que el envejecimiento demográfico es el concepto que alude al aumento de la media de edad de una población determinada. Asociado a la modernización del régimen demográfico, es una de las características de la demografía de los países desarrollados.

[2] Para el artículo que nos ocupa, hemos seguido fundamentalmente uno de los interesantes trabajos de Bourdelais, «Las claves históricas del natalismo. Francia, siglos XVII-XX», incluido como capítulo en Invasión migratoria y envejecimiento demográfico. Dos mitos contemporáneos, Isidro Dubert y Antía Pérez-Caramés (coordinadores). Catarata. Madrid: 2021.

[3] Fundada en 1896, el propio Jacques Bertillon fue uno de los fundadores de la Alianza. Su capacidad de influencia en política francesa será innegable, sobre todo durante la primera mitad del siglo XX. La aprobación del llamado Código de la Familia (1939) fue una de sus grandes victorias. 

[4] Para un acercamiento a la relación entre neomalthusianismo y movimiento obrero, especialmente el de inspiración ácrata, recomendamos los trabajos de Eduard Masjuan; sobre todo, La ecología humana en el anarquismo ibérico (Icaria, Barcelona: 2000).  

[5] Será este el momento en el que corrientes como el higienismo o el naturismo empezarán a tener cada vez más predicamento entre las clases trabajadoras, sobre todo del sur de Europa.

[6] Hartémonos de amor ya que no podemos hartarnos de pan. Sexología y anarquismo. Layla Martínez Vicente. Piedra Papel Libros. Jaén: 2014.

[7] Leer en rojo. Auge y caída del libro obrero (1917-1931), editado por la FAL en 2017, y La enciclopedia del obrero. La revolución editorial anarquista (1881-1923), publicado por Piedra Papel Libros en 2022, son dos de los trabajos de Alejandro Civantos que abordan la dimensión cultural del anarquismo ibérico.

[8] A pesar de que el movimiento neomalthusiano tuvo una clara influencia en el movimiento libertario a nivel internacional, también hubo sectores del anarquismo que, por diversos factores, se opusieron a sus tesis. Para rastrear, por ejemplo, el antimalthusianismo de Kropotkin, recomendamos la lectura de «Eugenesia y anarquismo en el primer neomalthusianismo libertario barcelonés, 1896-1915», de Álvaro Girón-Sierra, en História, Ciência, Saúde – Manguihos, Río de Janeiro (Brasil), v. 25, supl., ago. 2018, p. 87-103.

[9] Un certero acercamiento a las causas de la baja natalidad en España lo encontramos en «Las causas de la muy baja fecundidad en la España actual», Teresa Castro-Martín, Teresa Martín-García, Julia Cordero, Marta Seiz y Cristina Suero, en Invasión migratoria y envejecimiento demográfico. Dos mitos contemporáneos, de Isidro Dubert y Antía Pérez-Caramés (coordinadores). Catarata. Madrid: 2021.

sábado, 26 de agosto de 2023

Pianos, pinceles y cartas de amor: algunas notas sobre el amor/vida y el amor/muerte

Joaquín Sorolla (1863-1923) y Clotilde García (1865-1929)
 
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«Eres mi carne, mi vida y mi cerebro». Eso es lo que le escribe Joaquín Sorolla a su mujer en una carta. La materialidad de su amor, su corporalidad, se aprecia también en la foto de arriba. Son viejos, pero el puente que conecta sus vidas —de amantes, amigos y compañeros— se mantiene intacto, a salvo de la carcoma. Escribo en presente como una forma de homenaje.

En todo este tiempo, desde que iniciaron su relación, en 1897, hasta el momento de la fotografía, poco antes de la muerte del pintor, Clotilde ha hecho todo lo posible por hacer de Joaquín Sorolla un reputado artista, de trayectoria consagrada y bien retribuido, cuyo prestigio alcanzará dimensión internacional tras finalizar el encargo de la Hispanic Society de Nueva York. 

La cartas que se cruzan en los largos periodos de tiempo en los que el pintor está fuera de casa, dan cuenta de la viveza de su relación. Una larga historia de amor que, como todas, no está exenta de problemas, incluidos los reproches mutuos, pero que al cabo se levanta como un muro infranqueable contra la falta de sentido y las distintas formas de padecimiento que planean sobre la vida humana.

Piotr Ilich Tchaikovsky (1840-1893) y Antonina Miliukova (1848-1917)
 
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En la foto, cada uno gira la cabeza para un lado distinto. Tchaikovsky, que ni siquiera sonríe, es el único que mira a la cámara. A pesar del libro en la mano, su expresión es contenida y seria, como si quisiera marcharse del estudio cuanto antes. Antonina se muestra más relajada, pero su trémula sonrisa pareciera delatar su miedo. El miedo a no ser amada. El miedo a perder la vida persiguiendo a un genio que de puertas para adentro es un déspota, un pusilánime y un interesado.

Me dejo llevar por la versión de La mujer de Tchaikovsky (Kirill Serebrennikov, 2022) y me acabo preguntando hasta qué punto pasarte la vida ocultando tu condición sexual, te da derecho a pisotear la vida de otra persona. Imagino el dolor, atragantando el día a día de Antonina Miliukova, mujer brillante y al final desesperada, que pasó veinte años en el manicomio y murió poco después de que los revolucionarios rusos hicieran abdicar al zar.

Escucho el Concierto para piano y orquesta número 1 del compositor ruso mientras escribo este post y la verdad es que ya no me suena igual. Es una sensación física. Cierro los ojos. De mis oídos se escurren dos gotas de sangre.  

martes, 15 de agosto de 2023

La indeleble impronta de lo que desaparece

Bob Kaufman, San Francisco (Estados Unidos). 1959 ca. Fotógrafo desconocido.
 

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«Entonces escuchas esas palabras que Bob Kaufman le dijo a su editor poco antes de morir: "Quiero ser anónimo, mi ambición es ser completamente olvidado"». Leo esto en Metafísica del aperitivo, de Stéphan Lévy-Kuentz, un libro aburrido que, al menos para mí, sólo se salva por las citas de otros autores que va incorporando en el texto a cada tanto. Y vuelvo a darle vueltas a todo lo que hay asociado al deseo de posteridad.

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Pienso en qué hay detrás de ese deseo de permanencia... Y me pregunto cuánto ego se oculta detrás del ánimo de perdurar tras nuestra muerte. Un anhelo de inmortalidad que quizá tenga que ver con la pulsión de muchos escritores que metieron la cabeza bajo tierra y se dedicaron durante toda su vida a poner en pie una obra literaria que les sobreviviera. Un esfuerzo, casi siempre ingrato que, además, no suele obtener premio; porque hablamos, en la mayoría de los casos, de vidas malgastadas por el afán suicida de pasar a la historia.

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Suelo ir casi todos los veranos a la playa y siempre acabo reparando en la belleza de las huellas al desvanecerse en la arena tras la batida del mar. La belleza de lo que desaparece sin dejar rastro... La belleza de quien camina sin darse la vuelta nunca, sin pensar qué hay más allá de la siguiente curva. Quizá de esa idea nazca el principio de responsabilidad, no de la contraria. Reconciliémonos con el vilipendiado presentismo. Si somos conscientes de la magnitud del regalo que conlleva la existencia, se me antoja complicado perderle la cara al compromiso con el presente; un compromiso que, pienso, resulta incompatible, no con la idea de trascendencia, sino con el egoísmo del que parte el anhelo de que nuestras creaciones no se acaben convirtiendo en polvo.

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Eso precisamente: la huella que desaparece bajo el abrazo inmisericorde del oleaje; su indeleble impronta. 

domingo, 9 de julio de 2023

Verano sin vacaciones

 

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Hace dos años conocimos a Ana Geranios en Voces del Extremo, el festival de poesía que anualmente organiza el poeta Antonio Orihuela en Moguer (Huelva). Fue allí donde nos regaló un texto autoeditado, encuadernado en anillas, que simulaba un block de comandas. Se trataba de un diario donde contaba su experiencia como camarera en un restaurante de Puerto Banús (Málaga). 

Ese mismo fin de semana, en los ratos sueltos que sacábamos mientras estábamos fuera de los recitales poéticos, leímos el diario. El caso es que nos gustó tanto que decidimos proponerle a Ana una edición convencional del cuaderno que amplificase su difusión. Es precisamente esa edición la que hemos publicado recientemente en la colección Libros del Borde de Piedra Papel: Verano sin vacaciones. Las hijas de la Costa del Sol.

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A pesar de la montaña de libros que anualmente levanta la industria editorial, a pesar de la cantinela recurrente de que ya no hacen falta más libros, que se publica demasiado y bla, bla, bla, en Piedra Papel pensamos que seguimos necesitando como el comer ensayos sobre el mundo del trabajo que sean escritos desde abajo. En este caso, la misma mano que escribe es la que poco antes te ha puesto el café.

Me cansa bastante el discurso de algunos iluminados que no paran de repetir que la publicación de muchos libros está devaluando la literatura. Se publican muchos libros, sí. Muchos son una mierda, sí. Pero no se trata de eso. Se trata de que, a día de hoy, el acceso al mundo editorial es mucho más sencillo que antes. Esto, entre otras cosas, ha permitido que los que no han tenido nunca voz, puedan escribir y publicar más sencillamente. Y eso tiene sus consecuencias... Todo tipo de consecuencias. Quizá, la más inesperada, de la que nunca se habla, es que mucha gente que no recibiría nunca la bendición de los popes de la Cultura sancionada con mayúsculas, pueda escribir y publicar. Pues bienvenido sea. Y luego que uno lea lo que estime conveniente.

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A veces pienso que el catálogo de una editorial es como uno de los cuadros de escaleras de Escher; pues precisamente de esto último es de los que nos habla, también, Sergio Chesán en La literatura no es lugar para pobres.

lunes, 3 de julio de 2023

Archivos, poder y anarquismo

Un dejo por aquí este artículo que publiqué en el número 31 de Bicel, el boletín informativo de la Fundación Anselmo Lorenzo. Lo podéis descargar aquí.

 

Archivos, poder y anarquismo

A lo largo del tiempo, la función social de los archivos, y de la documentación que custodian, ha ido variando conforme nuevos actores sociales se han ido sumando al proceso de ir dejando por escrito todo el acontecer de sus actividades cotidianas. Paradójicamente, los anarquistas, que siempre se han caracterizado por su amor a la cultura y por la potencia de su tejido editorial y periodístico, han tenido una relación paradójica con la documentación que históricamente han custodiado los archivos. Lo explicamos a continuación.

Cualquier persona que haya conocido, siquiera tangencialmente, la documentación que atesora un archivo institucional ubicado en España, advertirá que desde la Edad Media hasta nuestros días, la mayor parte de los documentos que conserva, por ejemplo, un archivo municipal, da cuenta de las “hazañas” del poder político ejercido por las oligarquías; junto a ello, y al menos desde la conocida como “ley de las tres llaves”, la pragmática de 9 de junio de 1500 dada por los Reyes Católicos para que todos los concejos guardaran sus documentos más importantes en un arca de tripe cierre, los archivos institucionales han guardado de manera sistemática toda aquella documentación, producida por el poder político de las minorías, que daba fe de los derechos de unos pocos sobre el conjunto de las clases populares.

Toda esta documentación generada por los poderosos, producida con tintas y papeles de alta calidad para la época, también ha sido conservada por el poder como oro en paño, resguardándola de las inclemencias del tiempo y favoreciendo su conservación en lugares de temperatura estable, sin problemas de humedad y acceso controlado. Es precisamente esto lo que explica que muchos ayuntamientos, repartidos por toda España, conserven a día de hoy documentación producida en los siglos XIV, XV, XVI y posteriores.

Dicho esto, es precisamente la naturaleza política de toda esta documentación, que resulta imprescindible para el buen funcionamiento del engranaje legal que facilita la reproducción de los distintos sistemas de desigualdad, la que puso en el punto de mira de los anarquistas estos “papeles del poder”. Por eso mismo, no es de extrañar que en muchas de las insurrecciones y rebeliones anarquistas repartidas por medio mundo desde finales del XIX, uno de los primeros objetivos de nuestros compañeros y compañeras fuera incendiar los archivos institucionales, pues sabían de buena ley que en estos centros de poder se custodiaba la documentación que facilitaba la dominación de clase de las oligarquías que controlaban los resortes del poder político.

Sin embargo, y desde el propio nacimiento del anarquismo organizado, solo hay que ver la prolija producción de propaganda, prensa y producción editorial, ya fuera en forma de folletos o libros, para advertir que el anarquismo se ha caracterizado siempre por dar un sentido emancipatorio a la cultura, otorgando a la letra impresa un papel fundamental en la divulgación de contenidos cuya lectura favorece una toma de conciencia política que es el punto de partida del compromiso militante y, por tanto, de la transformación social.

Toda esa documentación producida por las gentes humildes, las vinculadas al movimiento obrero de inspiración ácrata, ha permanecido, y permanece aún, dispersa y fragmentada en multitud de archivos: institucionales, privados, de organizaciones políticas y sindicales… Evidentemente, toda esta documentación, a diferencia de la que hablábamos anteriormente, da cuenta de las luchas contra el poder de las clases subalternas, permitiendo rastrear sus logros y fracasos, desempolvando historias silenciadas y, en buena medida, permitiendo a los historiadores e historiadoras reconstruir un relato histórico alejado de los mitos que, además, otorga el protagonismo a la mayoría social, no a las minorías que han detentado el poder a lo largo de los siglos.

Dicho todo esto, en la Fundación Anselmo Lorenzo somos conscientes de la vital importancia para el sostenimiento de nuestras luchas que tiene la conservación de la documentación que da cuenta del devenir histórico del movimiento libertario español; un movimiento cuya singularidad, realizaciones históricas e influencia social y cultural, resulta imprescindible para seguir alimentando las luchas sociales del presente y del futuro. Precisamente por ello, la FAL realiza un importante esfuerzo económico para mantener la documentación que custodia en un depósito de conservación climatizado que, por un lado, mantiene la temperatura estable en un arco de entre 18 y 21 grados, y asegura un nivel de humedad relativa óptimo para la conservación de la documentación. Y cuando hablamos de conservación, hablamos, claro está, de una conservación centenaria. Porque si el poder se ha preocupado de mantener su documentación bien cuidada durante siglos, ¿por qué el movimiento libertario no va a poder conservar durante siglos la documentación que demuestra, precisamente, que la lucha contra el poder fue posible, que el Comunismo Libertario fue posible, que la Idea fue mucho más que eso, que se convirtió en una realización práctica que puede seguir inspirando las luchas de los de abajo?

Y en esas estamos… Sabiendo que la memoria es imprescindible para sostener las luchas del futuro. Sabiendo que sin archivos, no hay historia ni memoria, y que la FAL, que es la fundación de CNT, lleva trabajando duro desde hace décadas por hacer posible esta tarea fundamental.

miércoles, 7 de junio de 2023

Así como en el cielo

 

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Esta semana, que no está siendo nada fácil, los amigos de Rasmia, una editorial zaragozana a la que sigo desde hace mucho tiempo y cuyo catálogo es bien jugoso, me han dado una alegría grande: Así como en el cielo, mi próximo poemario, ya está en imprenta. En unos días se podrá comprar en librerías y en su propia web

Empecé a escribir este libro en 2015, hace ocho años, cuando me mudé al pequeño pueblo de Castilla donde vivo ahora. Este libro, por tanto, nace del encuentro con el páramo, los caminos vacíos, el trigal segado... Y jamás hubiera sido posible sin el apoyo y los consejos de mi buen amigo Sergio R. Franco, que me ayudó a corregirlo y además ha escrito el prólogo.

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Todo el mundo conoce el mito bíblico de la paloma de la paz. Noé comprobó que las aguas comenzaban a descender tras el diluvio, soltando una paloma que regresó al arca con una rama de olivo en el pico. Poca gente sabe, sin embargo, que antes de la paloma, Noé soltó un cuervo, y que éste no volvió nunca.

Este libro cuenta ese viaje sin retorno. El del cuervo, sí, pero también el mío, el nuestro. En una tierra, claro, en la que ya no hay paz, pero tampoco desobediencia.

Prefiero, en todo caso, quedarme con una lectura disidente de la parábola: solo escapando del redil, alzando el vuelo y enfrentando la intemperie, podremos deshacer las ligaduras que nos atan a las vidas vacías y condescendientes que, por un lado, nos hacen dar la espalda al legado de la especie  —apoyo mutuo, inteligencia colectiva y cooperación entre individuos— y, por otro, nos hacen cómplices del ecocidio en curso.

miércoles, 10 de mayo de 2023

Pan para hoy y pan para mañana

 

Algo se está moviendo; despacio, diríamos, pero algo se mueve. Ni siquiera hace falta acudir a la prensa libre del control de los grandes grupos empresariales. A poco que estemos atentos, a poco que pongamos oído y miremos donde no quieren que miremos, veremos que la paz social no es tan aplastante como se nos vende.

A nivel internacional, la lucha contra el retraso de la edad de jubilación en Francia ha incendiado las calles del país vecino, demostrando que es posible la unidad sindical, al menos en el terreno de la movilización, y que la clase obrera, incluidos los sectores más precarizados como los jóvenes, pueden enfrentar con contundencia las políticas neoliberales que pretenden asegurar las costuras del sistema en el futuro.

Al otro lado del Canal de la Mancha, en Gran Bretaña, estamos asistiendo a una oleada de huelgas en diversos sectores, como el transporte o la sanidad y educación públicas; huelgas que tienen como punto de partida el empobrecimiento de la clase obrera británica debido al incremento de los precios, las consecuencias del Brexit y el estancamiento de los salarios. Hablamos de un escenario de creciente conflictividad que, además, se desarrolla en un contexto de profunda desafección política, lo que sin duda está contribuyendo a generar incertidumbre en las oligarquías financieras del país.

Por otro lado, en Estados Unidos se está viviendo un periodo de rearme de las organizaciones sindicales, visible en el aumento del nivel de sindicación en grandes empresas como Amazon o Starbucks, que corre paralelo al crecimiento de la conflictividad laboral desde 2021 en sectores diversos como la hostelería, el comercio online, la enseñanza universitaria o los transportes. Nos encontramos, por tanto, ante un panorama imprevisto por la mayoría, donde amplias capas de la clase trabajadora estadounidense están tomando conciencia de la necesidad de unir fuerzas en organizaciones sindicales bien organizadas, con estrategias ofensivas y amplio apoyo popular.

Dicho esto, si volvemos la mirada hacia España, nos encontramos con un escenario donde son las mujeres quienes están protagonizando la mayor parte de las huelgas que se están dando en el Estado español durante los últimos meses. Huelgas que son el epígono de una conflictividad laboral que tiene como punto de partida la pelea por unas condiciones de trabajo dignas, con salarios decentes, posibilidades de conciliación y una organización del trabajo que no implique la desposesión completa de nuestras vidas.

Es en este contexto, además, donde estamos asistiendo al nacimiento y desarrollo de distintas iniciativas de autoorganización obrera en sectores laborales feminizados, muy precarizados, con un amplio porcentaje de trabajadoras migrantes. El caso de las trabajadoras del servicio de ayuda a domicilio es uno de ellos. En ese sentido, en diferentes puntos del Estado como Cataluña, Asturias, Valencia o Euskadi, ya han empezado a desarrollar su labor varios sindicatos, coordinadoras y organizaciones de trabajadoras vinculadas al sector de la dependencia y los cuidados, tejiendo alianzas con asociaciones de familiares de personas dependientes y sindicatos como ELA, CGT o CNT.

Precisamente, son las trabajadoras del Sindicato de Cuidadoras Profesionales las que lanzaron hace unos días una campaña de crowdfunding para interponer una demanda judicial que acabe con las “bolsas de horas”, una práctica empresarial que precariza en extremo las condiciones de trabajo de las cuidadoras, impidiendo la conciliación de la vida laboral y familiar, robando parte del salario debido a las trabajadoras y contribuyendo al deterioro de su salud mental y física.

Hablamos de una iniciativa que pretende mejorar las condiciones de trabajo de las cuidadoras sobre las que recae buena parte del trabajo de cuidados que requieren nuestros mayores, de tal forma que, de manera indirecta, apoyar las luchas que vayan en favor de la dignificación de los empleos vinculados al sector geriátrico también implica mejorar las posibilidades de un envejecimiento digno para la clase obrera de hoy y mañana.

Socialicemos, por tanto, sus demandas, y apoyemos sus luchas en la medida de lo posible. Ya no solo por una cuestión de solidaridad obrera elemental, sino por el interés general de la mayoría social. La evolución demográfica de nuestras sociedades conllevará una demanda cada vez mayor de trabajos relacionados con el sector de la dependencia y no podemos permitir que las empresas del sector geriátrico, muchas de ellas vinculadas a grandes multinacionales asociadas al capital financiero, extraigan cada vez más beneficio del padecimiento de las trabajadoras del sector y el desprecio por las condiciones de vida de los mayores y dependientes.

Artículo publicado originalmente en diversos medios de contrainformación

 

lunes, 13 de marzo de 2023

El pan del forastero

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Despierto temprano para dejar escritas algunas ideas. No ha sido una buena semana... Si me asomo a la ventana, veo a nuestro vecino, el que siempre está mirando, que ya está fumando en el balcón. Pronto pasará el invierno.

ii

Llego a la panadería. Saludo y un tipo me devuelve el «Buenos días» con una expresión gutural que no llego a entender bien. El gesto de su cara es hosco. La tendera levanta la mirada del mostrador, me observa dos segundos y sigue a lo suyo. Cuando llega mi turno y pago, revisa el billete varias veces y me da el pan como si fuera un regalo. Al salir, se despide con un «Adiós» que a mí me suena a «Ojalá no vuelvas nunca».

iii

Regreso a casa y la limpio de cabo a rabo. Me quiero olvidar de todo, pero hoy no puedo salir a pasear. La iglesia roja, abandonada y sucia, plantada entre pinos sobre la cantera de áridos, es la viva imagen del páramo al que hemos ido a parar. No sé qué demonios hacemos aquí...

Saco la ropa limpia de lavadora. Pienso que sería genial lavarse así por dentro. Planto el tendedor en el balcón y empiezo por las toallas. Justo debajo, en la terraza del bar, donde se apoltronan ya varios parroquianos, una mujer y un hombre a quienes no llego a ver, hablan en voz alta. «Los moros se llevan todos los trabajos». «Aquí o eres gitano o maricón o una mujer maltratada, o no mueven un dedo por ti». «Yo no soy racista, soy ordenada». «Esto yo lo arreglaba fácil: "venga, todos a vuestra puta casa"».

iv

Mi padre, joven, las manos llenas de yeso fresco y toda la vida por delante. Mi padre, que saca tiempo en los descansos para leer las novelitas del oeste de Marcial Lafuente Estefanía. Mi padre, que se volvió a su tierra porque le pidió fuego a un paisano y el tipo ni tan siquiera se paró a negárselo. Mi padre, que me enseñó de dónde vengo. Mi padre, que me puso en la mano el miedo y me ayudó a convivir con él.

v

Me digo que hay que ser paciente, que aquí también hay gente buena; pero cuesta...

Miro por la ventana. Mi vecino ya se ha ido y yo me tengo que ir a trabajar. Solo le pido al día que aclare también mi mente... No sé por qué no escucho el canto de los mirlos.