No hay paraísos en la tierra,
no hay cielos en la tierra sino tierra en la tierra
Belén GOPEGUI
i
Soy tan malo que tengo un documento de word donde anoto las citas de los libros que me llaman la atención o que me interesan especialmente, pero algunas de ellas, que sí tienen la referencia del autor, no indican el libro de donde las he sacado. Qué desastre. Eso me pasa con la cita de Belén Gopegui: no sé de qué libro proviene. Y tiene tantos... Gopegui prolífica. Gopegui en la tierra. Gopegui la escritora a la que más leí de los 25 a los 27 años.
ii
No delegar en dioses. Parece una proclama política, y en realidad lo es. No delegar. Me gusta este verso de un poema de Cuaderno de veredas que acabo de colgar en Nueva Gomorra: "gente que multiplica los panes y los peces sin ayuda de dioses". Es del poeta nómada José Pastor. Eso es. El milagro de la tierra en la tierra. El milagro de lo que hemos podido construir en este erial.
iii
El nombre de los hombres en un libro que se arrastra por el barro. La palabra es moldeable y, a la vez, ella misma nos da forma. Esa palabra, capaz de conformar nuestro cerebro, nuestro propio comportamiento, capaz de ponerle muros al cuerpo o quebrar nuestra pretendida frialdad, parece tomar forma de demiurgo, pero tampoco. Porque la palabra es indiferenciable del verbo. Y el verbo somos nosotros: nosotros hechos historia, nosotros hechos memoria; nosotros, digo, seres dolientes que debieran hacerse cargo de su pasado moral.
iv
Amplificar el presente, hacerlo ancho, implica aceptar la carga de aquello que nos sobrepasa. De nuevo, no delegar. Aceptar lo que se esconde en los huecos mal iluminados de la condición humana. Tomar la tierra. Mascar el polvo que se torna nuestro paladar primario, social. Tierra en la tierra... Qué razón tenías, descreída Gopegui; hace tiempo que dejé de leerla, pero aún me sigo reconociendo en esa frase suya. La segunda cita de El nombre de los hombres.
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