miércoles, 25 de junio de 2014

En paz y en guerra

Leo a Machado desde hace poco. No sé, el hecho de que nunca me hubiera llamado especialmente la atención quizá se debiese a que era lectura obligatoria en el colegio y el instituto; o a que se hayan dicho tantas idioteces de él. Desde hace tiempo opino que su memoria se merece mucho más silencio. Y mucho más respeto también. 

Todo cambió cuando leí Ondas de radio, ese poema enorme de Raymond Carver. A partir de entonces, la figura de Machado se tornó distinta, y empecé a leer y releer todas sus obras. Hoy no podría pasar sin él. Algunos de sus versos hasta me persiguen en sueños. Es literal. Poemas que retumban en la conciencia sin saber por qué. Poemas que le ponen cuerpo a lo indecible y nos ayudan a limpiar el polvo, a mirar más limpio. Como este:

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