viernes, 1 de noviembre de 2024

Cartas a Sergi (I)

Hola Sergi.

Nos dijiste que cuando acabáramos tu libro, te escribiéramos una carta y es lo que voy a hacer. Pero de otra manera. A mí manera. Escribiéndola aquí, en mi blog. Y esta será la primera de todas.

No sé muy bien cómo empezar. Tengo muchas notas e ideas en la cabeza, pero me resulta complicado sintetizar en unos cuántos párrafos todo lo que he sacado en claro tras leer tu ensayo. Aunque en realidad, no he encontrado muchas respuestas. Y eso está bien, no te preocupes. Está bien porque lo que sí que he hallado han sido muchas preguntas, algunas incómodas, que no solo me interpelan a mí. Preguntas que tienen que ver con nuestra manera de habitar el mundo.

Pero hoy no quiero detenerme en eso. No voy a hablar de cómo me relaciono con el teléfono móvil o de cómo me afecta la comunicación por redes sociales; tampoco me apetece contarte cómo padezco la sensación de que todo se acelera y que me falta tiempo... De momento, lo dejaré para otras cartas.

Hoy prefiero hablarte de otra cosa. Te hablaré de mi paseo por el campo. Hoy es 1 de noviembre y echo de menos a mi padre. Mi madre ha limpiado su tumba. Yo y mis hermanas le hemos comprado un ramo de flores. Las tres han rezado frente a su lápida... Sin embargo, yo estoy lejos. Estoy lejos cuando lo echo de menos. Estoy lejos cuando salgo de casa buscando paz. También cuando el teléfono suena, aflojo el paso y Araceli me habla por una ventana que cabe en la palma de mi mano.

Esta tarde ha hecho buen tiempo. A medio camino, cerca del bosque de pinos, he oído el sonido de las garzas. He tenido la suerte de verlas pasar. Como siempre que las veo, he sentido como mi cuerpo se inunda de esperanza. Es difícil explicarlo. 

Poco después, cerca de un charco, he visto en el suelo una chaqueta de lana oscura. Manchada de barro, en sus pliegues, destellante bajo el sol, un enjambre de mariquitas como un río de sangre. Con la piel erizada, he sentido algo a medio camino entre la repulsión y el pasmo.

Luego he atravesado el llano. A la orilla del camino, a uno y otro lado, la tierra calma, lista para otro ciclo de cultivo. Hace unos días escribí un poema sobre este paisaje. «Todo puede comenzar de nuevo»; así terminaba.

***

«Cartas a Sergi» es una serie de entradas escritas tras la lectura de Ayuno digital, de Sergi Onorato Esteve (Descontrol. Barcelona: 2023), y publicadas originalmente en La Banda de los 4.

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