lunes, 23 de marzo de 2020

«La Caja de Lot» y «Caja de Formas», una aventura editorial subterránea



Conocí a Sergio R. Franco a principios de 2010. Prácticamente recién aterrizado en Jaén, tuvo la genial idea de poner en marcha un ciclo de recitales, «En la masmédula (poesía)», en el que coincidimos un buen puñado de poetas de la ciudad y donde tuvimos la oportunidad de conocer de primera mano la obra de los mejores poetas de Málaga, que son muchos. Por allí pasaron Antonio Blanco, María Eloy, Beatriz Ros, Isabel Bono…
Aquel ciclo de recitales, cuyos carteles —diseñados por Judit Dato— conectaban, además, con el mapa sentimental de nuestros referentes literarios (pues en ellos aparecían los rostros de algunos de los poetas y escritores que más admiro y admiramos de los siglos xx y xxi), supuso el punto de partida para una estrecha colaboración entre Sergio R. Franco, Ángel Rodríguez, Yolanda Ortiz y yo; colaboración que, poco después de la clausura de «En la masmédula (poesía)», se tradujo en la organización del ciclo mensual de recitales «La Caja de Lot», que desde su inicio se ha venido celebrando en el bar Tijuana y que tomó como nombre una de las secciones de mi antiguo blog, «Nueva Gomorra».
Con el paso del tiempo, «La Caja de Lot» se fue consolidando como un espacio poético con muchas más dimensiones que la estrictamente literaria. Más allá de su evidente espíritu celebratorio, «La Caja de Lot» ha servido de lugar de encuentro para los poetas de Jaén de todas las generaciones. También se ha convertido en un espacio privilegiado para otear, sobre todo, el panorama poético andaluz. Y, cómo no, «La Caja de Lot» nos ha brindado la oportunidad de hacernos con las obras de los autores participantes, cuyos libros difícilmente podrían haber llegado a nuestras manos por las dificultades para la distribución que suelen tener los pequeños sellos editoriales de poesía y porque apenas si nos quedan librerías en Jaén.
Por otro lado, y de forma paralela a «La Caja de Lot», se fueron creando otras iniciativas culturales vinculadas al mundo de la poesía, como «El Club de los Imberbes» o el «Slam Jaén», que nutrieron la escena poética local de nuevos ingredientes, favoreciendo la aparición de nuevas voces y contribuyendo a la generación de un tejido emergente de actividades culturales que, en cierta forma, favoreció la presencia pública de jóvenes autores, generó puentes de diálogo entre poetas de distintas edades y, todo hay que decirlo, animó en cierta forma el ambiente cultural de la ciudad, bajo mi punto de vista demasiado dependiente de las iniciativas institucionales y mediatizado por el complejo de inferioridad que siempre trae aparejado el estar comparándose con otras ciudades permanentemente.
Sin embargo, con el paso del tiempo y la definitiva consolidación de la escena poética de la ciudad, algunos pensamos que no había una relación equilibrada entre esa esfera pública, celebratoria, vinculada a los recitales y distintos saraos literarios, y el paupérrimo tejido editorial jiennense, de tal forma que era recurrente que buena parte de los autores locales que pasaban por «La Caja de Lot» nos comentasen sus dificultades para publicar de manera decente, sin recurrir a la autoedición o a las editoriales instrumentales de las que solicitan dinero a cambio de poder publicar.
Fue a partir de lo anterior cuando pensé que quizá estaría bien abrir una colección de poesía en mi pequeña editorial, Piedra Papel Libros, hasta entonces especializada en el ensayo político, la historia social y el relato corto. Así nació «Caja de Formas».
El nombre es un guiño evidente a la procedencia de la iniciativa, pero también hace alusión al juguete con el que los niños entrenan su razonamiento espacial. Además, el diseño cerrado, muy compacto, de la colección (diez títulos de los que ya han sido publicados nueve*) pretendía poner en valor el concepto que hay detrás de «Caja de Formas», que no es otro que permitir un acercamiento a las distintas formas de entender la poesía que, a día de hoy, persiguen y encuentran la excelencia de maneras muy dispares; también en Jaén.
Desde ese momento, nueve títulos han encontrado cobijo en esta modesta colección que, a pesar de ello, nos ha brindado muchas alegrías a todos, empezando por los editores y terminando por todos los lectores que nos han felicitado por el desarrollo de la misma y con los que hemos tenido el gusto de compartir impresiones en las presentaciones y recitales organizados al calor de la salida de los distintos títulos publicados hasta ahora.
El primero de ellos fue No hay nada que huya, un libro de poemas que Joaquín Fabrellas, escritor jiennense experto conocedor de la obra de Manuel Lombardo Duro, estuvo incubando durante años y que supuso el relanzamiento de su trayectoria literaria tras un largo periodo de mutismo editorial.
Ni que decir tiene, del poeta malagueño Antonio Blanco, a quien tuvimos la suerte de escucharle recitar en una de las citas de «En la masmédula (poesía)», fue el segundo título de la colección. Su presentación en Jaén tuvo cabida en uno de los recitales de «La Caja de Lot» y fue una de las noches más memorables del ciclo.
Por su parte, Cuaderno de veredas, de José Pastor, tercer título de la colección, fue el primer libro de poemas del autor afincado en Las Alpujarras, muy querido en Jaén, que previamente había publicado en formato fanzine bajo el mítico sello Ediciones Raro y al que me une su especial querencia por la literatura bloguera.
 Poemas rescatados de las llamas, de Víctor Mesa, se convirtió en el cuarto libro de la colección, siendo el primer poemario de relativa extensión publicado por el autor jiennense. Hablamos de un libro que puede leerse como un viaje hacia el futuro de toda una generación asediada por la precariedad existencial que, sin embargo, resiste con lo que tiene: el amor, la amistad y el compromiso con la vida.   
Al ecuador de la colección llegamos con Las voces indomables, de Manuel Lombardo Duro, cuya obra seguimos desde hace años con fidelidad y que ya había publicado Nadie de nada con Piedra Papel Libros, un poemario extenso de carácter antológico preparado y prologado por José Viñals.
El sexto libro de la colección fue Pequeñas canciones para un circo mudo, de Ángel Rodríguez, uno de los organizadores de «La Caja de Lot». Se trata de una obra muy particular en la bibliografía de Rodríguez, pues se compone de poemas cortos, muy simbólicos, a través de los cuales se entrevé una historia personal de desamor marcada por la melancolía y el desconsuelo.
Vonlenska. Una historia finita, de Araceli Pulpillo, coeditora también de Piedra Papel Libros, se convirtió en el séptimo título de «Caja de Formas», siendo el primer poemario de relativa extensión publicado por la poeta de Rus, la más joven del grupo, que con una versión escueta del mismo había ganado previamente el Premio “Facultad de Humanidades” convocado por la Universidad de Jaén.
Por su parte, Manual para nadie, de Isabel Tejada, prologado por la escritora madrileña Layla Martínez, se convirtió en el octavo libro de la colección, dando continuidad a la trayectoria editorial de esta prolífica poeta jiennense, cuya obra ha recibido merecidos reconocimientos en distintos certámenes poéticos, y que animó durante mucho tiempo el programa de literatura Baldosas amarillas, emitido por la radio de la Universidad de Jaén. 
Finalmente, Bóveda celeste, de Sara M. Bernard, noveno título de la colección, ha sido también el primer libro de la periodista y escritora malagueña afincada en Galicia, conocida por su magnífico blog «Libres para nada» y que esperamos presentar pronto en Jaén.
Si todo sale bien, pretendemos cerrar la colección «Caja de Formas» con una obra inédita** de Yolanda Ortiz, otra de las coorganizadoras de «La Caja de Lot», y sin duda una de las voces con más futuro del panorama poético local. Con la publicación de su libro, cuya fecha de salida aproximada es hasta ahora incierta, llegaremos al final de esta pequeña aventura editorial que, al fin y al cabo, nos ha servido a todos como excusa para seguir celebrando la amistad, la literatura y el amor a la vida. No en vano, lo mejor de la poesía es eso.

Juan Cruz López
Artículo en Piedras Lunares

* A día de hoy, ya se han publicado los diez títulos de la colección.
** Tierra de malvas es el nombre del libro de Yolanda Ortiz que cerró la colección.

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