Hace una semana y poco, cuando escribí el último post del blog, no pensaba que me iba a dar de bruces con otro texto escrito poco antes del asesinato de su autor. De hecho, no sabía nada de Insumisa (Armaenia, 2018) hasta hace unos cuantos días, ya que no leí ninguna de las reseñas que celebraron la aparición del libro en España y nadie de mi entorno me lo había recomendado hasta ahora.
El descubrimiento del manuscrito de su autora también fue casual. Según nos cuenta Irina Fliege, Directora del Centro de Investigación e Información "Memorial" de San Petersburgo, lo encontró en el Archivo del Servicio Federal de Seguridad de la Región de Arjánguelsk. Sé de buena ley que los archivos siguen guardando joyas literarias que esperan ver la luz y por eso me sigue pareciendo imprescindible la labor de los investigadores que deciden dedicar su vida a rastrear la memoria de los olvidados.
No conozco demasiadas historias sobre el gulag y tampoco he leído mucho sobre el tema. De hecho, hace unos meses, justo después de leer El Imperio, de Ryszard Kapuscinski, apunté unas cuantas referencias literarias e históricas sobre la red de campos de concentración soviéticos. Insumisa, sin embargo, me parece un relato que va mucho más allá de ser un mero texto de denuncia de la crueldad del régimen comunista. De hecho, y quizá porque tengo demasiado cerca la lectura de La gente del Abismo (Gatopardo Ediciones, 2016), las partes del libro que más me han interesado son aquellas en las que Yevguenia Yarovslávskaia narra su inmersión en lo que ella misma llama el mundo del hampa y el lumpenproletariado.
Más allá de lo anterior, la breve autobiografía de la autora cuenta su desencanto con la Revolución rusa, los vaivenes de su militancia política, el viaje por Europa con su compañero -el poeta anarquista Aleksandr Yaroslavski- y su espiral de detenciones e internamientos que, poco después del cierre de su cuaderno, acabaría con su fusilamiento.
Finalmente, otra de las cosas que me parecen más valiosas de la edición del libro es la colección de anexos que acompaña a la autobiografía. Por un lado, la literatura procesal -interrogatorio, acta y sentencia a muerte de Yevguenia- nos permite observar de cerca la maquinaria legal que posibilitó la persecución política de la disidencia. Por otro lado, el testimonio del guardia A. I. Mislitsin, que da cuenta de las últimas horas de la autora, nos ayuda a comprender el equilibrio de fuerzas, a veces tan precario, que sostuvo el aparato represivo del régimen soviético.
Si queréis ampliar, os recomiendo que le echéis un vistazo al espacio del libro en la web de la editorial.
No hay comentarios:
Publicar un comentario