domingo, 4 de febrero de 2018

Las siete vidas de Larissa Reissner

No sé cómo me las estoy apañando, pero parece que al final La Banda de los 4 se ha convertido en mi blog sobre asuntos alemanes. Hoy volvemos allí. Pero vamos por partes. Hace unas semanas acabé de montar el último número de COTARRO. Si hubiera terminado antes Hamburgo en las barricadas y otros textos, de Larissa Reissner (Dirección Única, 2017), seguro que le hubiera reservado un hueco en el fanzine a la periodista polaca. Qué se le va a hacer, intentaré buscarle espacio en otro proyecto.

Acercarse a la biografía de Larissa Reissner es, de alguna manera, aventurarse por los caminos retorcidos, pero también apasionantes, de la lucha de clases en las dos primeras décadas del siglo XX. Periodista, miliciana, educadora, comisaria política, simpatizante de la oposición de izquierdas en la URSS, cronista de la guerra civil rusa, embajadora en Persia... Sus treinta años de vida dieron para todo eso y mucho más. De hecho, el relato que nos anima a escribir esta pequeña entrada, Hamburgo en las barricadas, da cuenta de uno de sus últimos viajes, el que realizó a Alemania en 1923 para testimoniar uno de los últimos coletazos del ciclo insurreccional de la izquierda germana: el malogrado putsch obrero de Hamburgo.

Larissa Reissner se adentra en las tripas de la revolución frustrada, analizando su desarrollo, entrevistando a los protagonistas y describiendo con viveza las causas y consecuencias del alzamiento. En su narración no hay desperdicio alguno. Tampoco hay sitio para la condescendencia. A través de su mirada contemplamos la crudeza de las luchas callejeras, la tibieza cómplice de aquellos sectores del proletariado que dieron la espalda a los insurrectos, la crudeza de la represión posterior... 

Represión, también, que su temprana muerte le ahorró padecer en el país de los obreros, en esa Unión Soviética que, más que iluminar, comenzó a arrojar sombras por doquier. Y es que, como cuenta Paco Ignacio Taibo en la apasionante conferencia que os enlazamos al final del post, todos sus amigos y camaradas, incluido su compañero Karl Radek, fueron asesinados en la purgas de Stalin. Injusto final, sin duda, para quienes -como la misma Larissa- habían depositado todas sus esperanzas e ilusiones en una revolución que, esperaban, acabara por redimir al mundo del trabajo.

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