Baile del Sol.- El nombre de los hombres es un poemario que parece narrar una historia, ¿qué camino dirías que recorren sus poemas?
Juan Cruz López.- Supongo que el del acabamiento. Y no es malo. Mi intención, que está detrás de mi propia lectura de la obra, era construir un sujeto poético cuya corporeidad fuera porosa o indiferenciable con respecto a su propio lenguaje. Por eso mismo, los poemas incorporan una biografía propia, también finita.
BdS.- Encontramos búsqueda, vacío, soledad, desconcierto, un cierto cuestionamiento del existencialismo en los versos...
JCL.- El poemario, a pesar de las lecturas ficcionales, nace de un contexto personal en el que estaban muy presentes algunas de esas ideas que citas, sobre todo la de búsqueda… Por otro lado, empecé a trabajar El nombre de los hombres en un periodo de cierto aislamiento o recogimiento, y eso también se hizo presente en la composición del libro.
BdS.- ¿Es la poesía un lenguaje adecuado para plantearse la trascendencia?
JCL.- Por supuesto, de hecho creo que es un espacio privilegiado para ello. Remarco lo de «espacio» porque, ahora mismo, opino que lo poético desborda lo comunicacional y, de alguna manera o de otra, configura un territorio por explorar donde decir/escribir no es lo más importante.
BdS.- ¿Qué acontecimientos, pensamientos o lecturas te han llevado hasta El nombre de los hombres?
JCL.- Compuse este poemario hace unos años, cuando —por decirlo de alguna manera— me encontraba agotado. Y seco. Los libros, como siempre, fueron importantes para mirar con otros ojos. Si tuviera que quedarme con algunas lecturas del momento, podría citar varias: la obra de Georg Trakl, la de Manuel Lombardo y el Antiguo Testamento.
BdS.- Hacia el final del libro parece que el amor se eleva como única forma de comprensión, ¿podría serlo?
JCL.- En un sentido amplio, tal vez sí. En el poemario creo que se vislumbra una lectura del amor que podría ser pre-cultural, algo que quizá nos haga intuir formas de identidad pretéritas, anteriores a la construcción de nuestra subjetividad como individuos dóciles. En ese sentido, no me interesa tanto lo que podemos comprender a través del amor, sino lo que hay detrás de todo lo que no comprendemos de él. Ese es el lugar que se busca en el poemario.
BdS.- También le das mucha importancia a la palabra, al nombre, al Verbo..., ¿pueden las palabras desvelar los misterios de la existencia?
JCL.- Son una llave.
BdS.- ¿Qué diferencias encuentras como autor entre la narrativa y la poesía?
JCL.- Conforme va pasando el tiempo, me voy dando cuenta de que, escriba lo que escriba, me siguen interesando los mismos temas, solo que poco a poco se van difuminando las fronteras entre un género y otro. No es algo que haya hecho a propósito, desde luego, pero me siento muy cómodo en terrenos liminares como el de la autoficción. Más allá de eso, para mí la poesía desborda los márgenes de la literatura y, quizá por ello, tiene mucho que ver con el silencio.
BdS.- ¿Cuáles dirías que son tus principales referentes literarios?
JCL.- ¡Buf! Sinceramente, me sería muy complicado responderte, pero hay ciertas literaturas que me han interesado siempre; la narrativa centroeuropea, por ejemplo, o la norteamericana de posguerra. Sigo leyendo novelas de aventuras y clásicos de ciencia ficción. En poesía, siento especial predilección por la Generación de los 50. También me interesa la tradición epigramática y, con respecto a lo presente, la poesía de la conciencia crítica.
BdS.- ¿En qué proyecto estás trabajando actualmente?
JCL.- En varios a la vez. De hecho, ahora mismo estoy finiquitando alguno de ellos. Concretamente, dentro de un par de meses publicaré mi tercer libro de cuentos y, si todo marcha bien, cerraré un nuevo poemario antes de que acabe el año. Avanzo poco a poco, la verdad, pero bien es cierto que intento no dejar ninguna buena idea en la estacada.
- Fuente AQUÍ.
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