No lo recuerdo bien y fue hace poco, pero tengo la sensación de que avanzaba a tientas, con las manos extendidas en la niebla, como un explorador enfermo, infectado de un virus raro, tal vez desconocido. Ese fue el tiempo. Un sobre oportuno me hizo llegar el borrador de Las canciones de los durmientes. A partir de ese momento, abrí la puerta de ese mundo cerrado sobre sí mismo, extraño, liminar; un par de días cosido, también, a una sensación que ahora recuerdo áspera. Así leía entonces. Ahora soy distinto.
Ahora también toca releerlo. Voy a hacerlo en una preciosa edición a cargo de La Garúa. Antes, mucho antes, las anotaciones cayeron en un tiempo en el que todo nos iba de puta pena, donde avanzábamos a tientas con el único candil de la rabia contenida y el apoyo mutuo, incondicional. Después vino la espera... Los ojos llenos de tierra del verano pasado. Pero al fin está aquí. Una historia bella y oscurísima, tejida con punzones en la tela del espanto, preñada de símbolos que dialogan, mitos arcanos que parecen revivir de forma alucinada en las manos de Layla. Un relato con el que uno se desplaza y con el que, tal vez, habrá quien se despeñe.
Echadle mano, aunque quizá os lastime. Ya os dije: yo voy a releerlo ahora (con las manos escarchadas, barruntando el verano). Quizá pasamos el peor trecho, aunque seguimos tanteando. Tenemos llagas en el paladar y se acabó la fiebre. Es ahora otra la enfermedad, pero no tiene nombre; otra vez no tiene nombre.
Nos reencontramos de nuevo! Hoy he colgado mi pequeña reseña sobre el libro: http://mildimonis.blogspot.com.es/2015/05/les-cancons-dels-dorments-layla-martinez.html
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