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Hace unos días volví a leer el
artículo Desnudo en la bañera, asomado al abismo (Manifiesto literario tras el fin de la literatura y los manifiestos), del que ya hablamos aquí. Era
necesario releerlo. Desde hace unas semanas vengo intercambiando opiniones con
algunos amigos sobre el contenido del mismo y, la verdad, es como si no me lo pudiera quitar de
encima. Repaso algunas notas de lectura. Esta es una de ellas: Cómo se llega a la literatura... Ahora pretendo contestarla. Por
qué se empieza a escribir... Más certero: Por qué empezamos a escribir... Todavía no sé si
yo tengo respuesta.
Barrunto ideas, líneas de
fuga, cosas que sé (o creo saber). Y me doy cuenta de que no sé nada de los
demás. Cambiemos la apuesta pues. Digamos entonces: Por qué empecé a
escribir... Pasemos de las grandes palabras a lo anecdótico, lo pequeño, lo
líquido, lo blogger, la sustancia de
la que nos habla Iyer en el texto que citaba antes. Apliquemos entonces algo de
lo que hemos aprendido estudiando epistemología de las ciencias sociales:
reflexividad, conciencia de lo que se hace, apliquémosle -digo- a nuestro quehacer
diario una interrogación constante (una interrogación también de carácter moral). Redondeando: sentemos a Ciceron a nuestro lado y
preguntémonos hasta qué punto está bien lo que hacemos o hasta qué punto está bien hacer eso que solo sabemos hacer mal... ¿Otra cuestión
inabordable? Puede ser. Definitivamente, volvamos a lo pequeño.
ii
Una vez aquí, cómo no
traspasar la frontera, cómo no entrar en el abominable territorio de la
confesión... Hablar de los primeros textos, de los primeros libros, de los primeros desengaños, de los primeros
poemas, de nuestra pretendida marginalidad. ¿A quién demonios le interesa
eso? Si no tenemos la capacidad de trascender la anécdota, si no queremos
realizar el esfuerzo de investigar, de tomarnos en serio lo que hacemos, si no
queremos trabajar, echarle tiempo y ganas e ilusión a nuestro oficio, si solo
pretendemos balbucear, entonces para qué tanto palabreo, tanto ruido, tanta
obscenidad... Tanto patetismo. En el suelo está, rota en mil pedazos, la brújula que ya no
creímos necesitar. Una vez más, nos traicionó la soberbia.
Llegados hasta aquí, a este
no-lugar, solo queda preguntarse hasta qué punto es posible escribir desde lo
fallido, desde la incapacidad, la anomia, la incertidumbre, desde las tripas de
esta oscuridad azul. No sé por qué empezamos a escribir. Ni siquiera sé por qué
empecé a escribir yo. Ahora mismo, me basta con reconocer algunos temas de los
que quiero hablar, de los que me apetece contar algo. Porque la literatura, la
ficción en suma, siempre me ha ayudado a mapear mi entorno, a proyectar mis
dudas, a cuestionar mis propios pasos... No sé si eso me hace fuerte,
pero sí sé que es algo con lo que he construido mi identidad; tan solo un gesto, acaso una actitud, que reconozco como mío frente al espejo de mi extraño
imaginario.
iii
Decía Lombardo Duro Escribir / no sirve para nada / si no es para decirse / uno a sí mismo / lo más duro y cruel / que jamás ha escuchado y creo que sus palabras, en cierta forma, muerden el pan de la verdad (Riechmann).
No hay que creerse nada, por supuesto, pero debemos hacer de esa falta de
certezas un territorio propicio desde el cual reconocernos en los demás, desde el que abordar lo inabordable, lo que escapa a ser nombrado,
lo que está en fuga permanente... Hablo de lo que nos nombra desde fuera, lo que
nos narra a todos, lo que nos cuenta. También en la literatura, perseguir la
utopía es un valor que aporta dignidad y nos ayuda a ser perseverantes. Ahora
mismo, solo nos queda reafirmarnos en aquellas intuiciones que nos abren
paso. No queda otra que asumir un rol de explorador, vivir en la aventura y ser paciente, mucho, pues serán millones los mosquitos que nos van a picar. El premio es encontrar a Livingstone.
Acabo de recibir el libro de poemas de Layla Martínez (sin duda la conoces) y estoy preparando un comentario para el blog. La cita de Lombardo Duro me viene perfecta para empezar. Si lees a esa poeta no te defraudará.
ResponderEliminarSi, claro. Sigo Vida de perras desde hace tiempo y solemos echarnos cables... Su trabajo es muy interesante.
ResponderEliminarHola Juan,
ResponderEliminarSoy Encarni Almagro Galán, supongo que sabes quién soy. Me dirijo a ti porque sé que has escrito libros, por ese motivo me gustaría que leyeras los capítulos del intento de libro que mi hija está escribiendo. Este es su blog:
www.algoquehacerynadaquedecir.blogspot.com
Te agradecería que me dieras tu más sincera opinión, muchísimas gracias.
Aquí te dejo una reseña:
La historia trata sobre Sam; una chica especial que recién han muerto sus padres decide marcharse a la isla Tenkay donde conoce a Tom, un chico "diferente". Los padres
de este intentarán separarlos, pero cuando se produce un primer contacto físico entre ellos descubren que no podrán vivir el uno sin el otro y el sentimiento es lo último que los une...
Sonia, Encarna,
ResponderEliminarpasadme una dirección de correo electrónico y os contesto allí.
Un abrazo.
La dirección de correo electrónico es esta:
Eliminarsoniak1310@gmail.com
Gracias y un abrazo para ti también.