jueves, 16 de agosto de 2012

Letras selváticas


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Hace unos días volví a leer el artículo Desnudo en la bañera, asomado al abismo (Manifiesto literario tras el fin de la literatura y los manifiestos), del que ya hablamos aquí. Era necesario releerlo. Desde hace unas semanas vengo intercambiando opiniones con algunos amigos sobre el contenido del mismo y, la verdad, es como si no me lo pudiera quitar de encima. Repaso algunas notas de lectura. Esta es una de ellas: Cómo se llega a la literatura... Ahora pretendo contestarla. Por qué se empieza a escribir... Más certero: Por qué empezamos a escribir... Todavía no sé si yo tengo respuesta.

Barrunto ideas, líneas de fuga, cosas que sé (o creo saber). Y me doy cuenta de que no sé nada de los demás. Cambiemos la apuesta pues. Digamos entonces: Por qué empecé a escribir... Pasemos de las grandes palabras a lo anecdótico, lo pequeño, lo líquido, lo blogger, la sustancia de la que nos habla Iyer en el texto que citaba antes. Apliquemos entonces algo de lo que hemos aprendido estudiando epistemología de las ciencias sociales: reflexividad, conciencia de lo que se hace, apliquémosle -digo- a nuestro quehacer diario una interrogación constante (una interrogación también de carácter moral). Redondeando: sentemos a Ciceron a nuestro lado y preguntémonos hasta qué punto está bien lo que hacemos o hasta qué punto está bien hacer eso que solo sabemos hacer mal... ¿Otra cuestión inabordable? Puede ser. Definitivamente, volvamos a lo pequeño.

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Una vez aquí, cómo no traspasar la frontera, cómo no entrar en el abominable territorio de la confesión... Hablar de los primeros textos, de los primeros libros, de los primeros desengaños, de los primeros poemas, de nuestra pretendida marginalidad. ¿A quién demonios le interesa eso? Si no tenemos la capacidad de trascender la anécdota, si no queremos realizar el esfuerzo de investigar, de tomarnos en serio lo que hacemos, si no queremos trabajar, echarle tiempo y ganas e ilusión a nuestro oficio, si solo pretendemos balbucear, entonces para qué tanto palabreo, tanto ruido, tanta obscenidad... Tanto patetismo. En el suelo está, rota en mil pedazos, la brújula que ya no creímos necesitar. Una vez más, nos traicionó la soberbia.

Llegados hasta aquí, a este no-lugar, solo queda preguntarse hasta qué punto es posible escribir desde lo fallido, desde la incapacidad, la anomia, la incertidumbre, desde las tripas de esta oscuridad azul. No sé por qué empezamos a escribir. Ni siquiera sé por qué empecé a escribir yo. Ahora mismo, me basta con reconocer algunos temas de los que quiero hablar, de los que me apetece contar algo. Porque la literatura, la ficción en suma, siempre me ha ayudado a mapear mi entorno, a proyectar mis dudas, a cuestionar mis propios pasos... No sé si eso me hace fuerte, pero sí sé que es algo con lo que he construido mi identidad; tan solo un gesto, acaso una actitud, que reconozco como mío frente al espejo de mi extraño imaginario.

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Decía Lombardo Duro Escribir / no sirve para nada / si no es para decirse / uno a sí mismo / lo más duro y cruel / que jamás ha escuchado y creo que sus palabras, en cierta forma, muerden el pan de la verdad (Riechmann). No hay que creerse nada, por supuesto, pero debemos hacer de esa falta de certezas un territorio propicio desde el cual reconocernos en los demás, desde el que abordar lo inabordable, lo que escapa a ser nombrado, lo que está en fuga permanente... Hablo de lo que nos nombra desde fuera, lo que nos narra a todos, lo que nos cuenta. También en la literatura, perseguir la utopía es un valor que aporta dignidad y nos ayuda a ser perseverantes. Ahora mismo, solo nos queda reafirmarnos en aquellas intuiciones que nos abren paso. No queda otra que asumir un rol de explorador, vivir en la aventura y ser paciente, mucho, pues serán millones los mosquitos que nos van a picar. El premio es encontrar a Livingstone.  

5 comentarios:

  1. Acabo de recibir el libro de poemas de Layla Martínez (sin duda la conoces) y estoy preparando un comentario para el blog. La cita de Lombardo Duro me viene perfecta para empezar. Si lees a esa poeta no te defraudará.

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  2. Si, claro. Sigo Vida de perras desde hace tiempo y solemos echarnos cables... Su trabajo es muy interesante.

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  3. Hola Juan,

    Soy Encarni Almagro Galán, supongo que sabes quién soy. Me dirijo a ti porque sé que has escrito libros, por ese motivo me gustaría que leyeras los capítulos del intento de libro que mi hija está escribiendo. Este es su blog:

    www.algoquehacerynadaquedecir.blogspot.com

    Te agradecería que me dieras tu más sincera opinión, muchísimas gracias.

    Aquí te dejo una reseña:

    La historia trata sobre Sam; una chica especial que recién han muerto sus padres decide marcharse a la isla Tenkay donde conoce a Tom, un chico "diferente". Los padres
    de este intentarán separarlos, pero cuando se produce un primer contacto físico entre ellos descubren que no podrán vivir el uno sin el otro y el sentimiento es lo último que los une...

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  4. Sonia, Encarna,
    pasadme una dirección de correo electrónico y os contesto allí.
    Un abrazo.

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    1. La dirección de correo electrónico es esta:

      soniak1310@gmail.com

      Gracias y un abrazo para ti también.

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