Los radicales extranjeros andan sueltos por España. ¡Cuidado! Se dedican a sabotear la paz social y están pagados por nuestros enemigos sempiternos (entiéndase Inglaterra, entiéndase Francia, entiéndase Grecia, sí, parece que Grecia también entra en el saco). Son peligrosos esos infiltrados: abogan por la violencia simbólica, dicen que no tienen miedo y, lo peor de todo, es que no lo tienen de verdad. Son malos.
Bien, pero volvamos a Los escritores contra la Comuna. Poco a poco el verano nos va quitando kilos y la cola de lecturas va disminuyendo, se va haciendo colín. Paul Lidsky, que ha trabajado como nadie la literatura anticommunarde, ya nos habla de ellos. Uno de los tipos clásicos de esta literatura, a la que se entregaron escritores como Zola después de la caída de la Comuna de París (1871), es el radical extranjero. Otro es el joven desclasado de provincias. Los dos asumen los papeles protagonistas en el teatro de la anarquía. La policía es muy vieja. Sus clichés son inmortales.
Fueron muchos los que pusieron el estómago por delante y pocos, muy pocos, los que optaron por mantenerse fieles a su radicalismo. Los contamos con los dedos de una mano: Vellès, Rimbaud, Verlaine, Villiers de L'Isle-Adam y Victor Hugo fueron los únicos que no dieron la espalda a la Comuna. Todos los demás, viejos bohemios amaestrados con cacahuetes, se hicieron policías, escritores con porra que ni siquiera se dignaron a conformarse con la indiferencia, sino que echaron más leña a la hoguera y confortaron las conciencias de los responsables del ametrallamiento de los 30.000 comuneros (entre ellos muchos niños) ajusticiados tras la debacle. Se hicieron mercenarios.
Lo único que me consuela es saber que mientras todo el mundo recuerda a Rimbaud, Verlaine y Victor Hugo, pocos, muy pocos, saben quiénes son Leconte de Lisle, Francisque Sacey o Gobineau. La historia de la literatura se los merendó hace tiempo.
Bueno, creo que esta es la reseña que anunciaste hace poco, me la apunto porqué lo voy a buscar.
ResponderEliminarHoy he leído una artículo en la prensa, aparentemente objetivo y neutral, donde habla de los "disturbuos de Londres". El destacado es aparentemente una lista inocente, pero dice así: "Diversidad, pobreza y paro, las causas de los disturbios". Toma ya. Lo firma una señora analista, profesora de no se qué universidad.