César Galiano Royo (1962-2012) |
A la obra de César llegué tarde. De hecho, lo primero que leí sobre él fue una nota necrológica publicada tras su muerte en un medio confederal. Ahí supe de su trayectoria en el cómic y del puñado de obras que, entre otras editoriales, había editado Pepitas de Calabaza y la Fundación Anselmo Lorenzo, nuestra querida FAL.
Poco después me hice con un ejemplar de El exilio está aquí (Pepitas de Calabaza, 2012), una obra diarística, miscelánea, muy particular, de una extraña fuerza narrativa que me secuestró desde primera hora. Después me zambullí en la vida de Laureano Cerrada, el empresario anarquista, que también publicara Pepitas de Calabaza, la editorial riojana, en 2009. A partir de entonces, procuré hacerme con todas sus obras. Hoy solo hablaré más extensamente de dos: la primera, Las aventuras de Bakunin y los internacionalistas de la región española; la segunda, El día de Barcelona (Crónica del inicio de una revolución). Ambas han sido publicadas por la Fundación Anselmo Lorenzo en estos últimos años.
El primero de estos títulos es un acercamiento novelado, riguroso y ciertamente divulgativo, al establecimiento de la I Internacional en suelo ibérico. La historia, de gran viveza e intensidad, se teje a saltos entre las peripecias existenciales de un Bakunin ya cansado, pero todavía rebelde, que asiste a la ruptura de la unidad del movimiento internacionalista, y la arriesgada singladura de la Sección Española de la organización obrera. Esta parte, al menos a mi parecer, resulta la más interesante, pues nos permite reconstruir los interesantes debates que se dieron en el seno del internacionalismo ibérico a través de las tomas de postura y devenires políticos de sus militantes más destacados: González Morago, Anselmo Lorenzo, Francisco Mora, Enrique Borrel, etc. Un cruce de historias ―digo― que César Galiano utiliza como ventana para asomarnos a la historia contemporánea europea, pero también ibérica, vinculada a los éxitos y fracasos del proceso de industrialización que, de una manera o de otra, estuvo en la base de la aparición del, por entonces, moderno proletariado.
Historia y literatura vuelven a mezclarse magistralmente en El día de Barcelona (Crónica del inicio de una revolución), un trepidante relato de los primeros días de lo que Hans Magnus Enzensberger llamó el corto verano de la anarquía, en este caso, barcelonés. Comprometido en la descripción de los hechos, pero generoso y justo a la hora de narrar los claroscuros del proceso revolucionario, César Galiano levantó una novela brillante, ágil, seductora y, al mismo tiempo, inquisitiva y lúcida, capaz de suscitar preguntas en el lector y sumergirlo en la pelea política que, a pie de barricada, ya se suscitó en el mismo momento en que la Barcelona obrera, el pueblo en armas, frenó en seco el levantamiento militar.
Nos encontramos, por tanto, ante dos obras que, de alguna manera o de otra, nos permiten pasear por la historia secreta de los de abajo, tanteando, pareciera que en primera persona, los callejones que, sin embargo, nos llevan a los huecos del pasado donde pudo vislumbrarse un acontecer radicalmente distinto, construido con lo mejor de un nosotros que despierta a cada tanto y que, no nos cabe duda, supo ver en sus novelas Galiano Royo. Feliz consuelo entonces, y no es poco, el hecho de que las obras del escritor najerano sigan estando vivas, sosteniendo el pulso de la historia de los que no la escriben. Sigamos disfrutando de ellas.
- El texto ha sido publicado en el último número de Bicel, el boletín de la Fundación Anselmo Lorenzo. Se puede descargar pinchando aquí.
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