Esperaba más, desde luego, pero no esperaba menos. Decir eso de un libro, bajo mi punto de vista, ya lo justifica. Yo quiero una buena historia. Y además quiero que me la cuenten bien.
No me canso de leer literatura distópica. La repoblación, de José Ardillo, ha sido el último libro que he leído de este género. De nuevo la recurrente historia del lado oscuro de la revolución triunfante. Como en tantas otras novelas de este tipo, el poder y la corrupción inherente al mismo aparecen como ejes centrales de una narración bien estructurada, aunque quizá demasiado ligera.
Otro pero: demasiadas erratas; algunas imperdonables.
Y otro más: su estrechez; pues pareciera una novela escrita para el entorno militante.
No obstante, merece la pena leer el libro. Nos interroga y contribuye a poner en solfa algunas de nuestras certezas.También nos pone en sobreaviso. Contribuye a plantarnos una seria reflexión a propósito de la idea de progreso y, en ese sentido, contribuye a desmitificar los proyectos socialistas, de ahora y siempre, cimentados sobre la base del crecimiento ilimitado, la centralización político-económica y el desarrollo tecnológico al servicio del confort.
Por si fuera de vuestro interés, os copio el resumen que aparece en la cubierta:
En el reino de Harzan la revolución ha triunfado.
Un nuevo mundo lucha por abrirse paso entre las ruinas del viejo régimen. La Nueva Cámara quiere imponer en el país un nuevo pacto económico y político que cambie las formas de los paisajes y los destinos de sus pobladores. Si en ciertas regiones las comunidades son capaces aún de sostenerse con los elementos naturales que les son más cercanos y accesibles, es necesario entonces destruir esta frágil solidaridad. Por todas partes es necesario imponer el reino de la Razón, la Libertad y el Progreso.
En La Repoblación asistimos a la colisión entre dos mundos: la modernidad centralizadora y productivista contra los restos de un mundo disperso, rudo y autárquico. El protagonista, el joven Serban, enviado por el nuevo gobierno a la región de Molh-Dar, experimentará en sí mismo este enfrentamiento, esta divergencia de espacios y épocas.
La Repoblación es pues un relato imaginario, una fábula, pero una fábula que intenta combatir esa idea tan extendida de que la historia progresa siempre en un sentido favorable a la humanidad.
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