martes, 6 de agosto de 2013

Perros


Hace unos días, tocó echar un rato de rastreo. Es algo que hago de cuando en cuando, sobre todo desde que un caradura hiciera pelas copiando en su web algunas entradas de tr(a)nshistoria sin mencionar su autoría. No lo hizo solo conmigo, desde luego, pero se estuvo abrochando un buen dinero con el curro de varios blogueros a los que nos gustan las ciencias sociales. El caso, como decía, es que hace unos días, tirando anzuelos por internet, me di cuenta de que habían musicado Me gustan los perros, un poema que escribí hace un par de años, en un programa de la Radio Pública de Ecuador. Hace unos meses, supe también que habían traducido el relato Biografía al italiano; otra rareza.

En realidad, yo no tengo perro ni lo he tenido nunca, pero me gustan mucho. La verdad es que no me creo con la autoridad suficiente como para tener uno, entre otras cosas porque seguro que no lo cuidaría bien. De todas formas, no lo descarto. Hace algunos veranos, encontré en Cazorla un perro pequeño, blanco, que parecía entenderme. Estaba tomando una cerveza en una plaza del pueblo y el perro se acercó sin miedo, como si me conociera de toda la vida. Se tumbo a mi lado y no dio un ruido. Pensé que no me importaría tener un perro así. Seguro que le recitaría poemas y le pasaría textos para que les echara un vistazo. Nos compraríamos libros a medias... No, ya en serio, quizá más adelante (como tantas otras cosas).

La verdad es que ese poema ha tenido un recorrido que ni siquiera yo esperaba. Estoy seguro de que empezó a moverse cuando lo colgó un amigo, que es un auténtico encantados de perros, en su página web: Perruneando.

Hace unos días, montando el primer número del fanzine COTARRO, volví al tema de los perros. De hecho, en una de sus secciones incluí un texto al que accedí leyendo la revista Nada, una bitácora nihilista con ya cierta solera. El artículo, muy breve, se llama La secta del perro: los primeros antisistema, y está relacionado con los cínicos, el movimiento filosófico liderado Diógenes de Sinope. De hecho, el cuadro que acompaña este post, pintado en Jean-Léon Gérôme en 1860, lo representa así, rodeado de perros. A mí me gusta mucho.

4 comentarios:

  1. El sonido de fondo de un perro que parece estar siendo torturado es un poco desconcertante...

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  2. Diógenes de Sínope, ¿quién es? el primo de Diógenes de Laercio, que le gustaban mucho los perros ¿no? :) es broma. Yo siempre pensé que era Diógenes de Laercio. No sé. Me ha llamado la atención de Sínope.

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  3. Diógenes Laercio era doxógrafo. Compiló las enseñanzas de muchas escuelas filosóficas, no solo presocráticas.

    Diógenes de Sinope era un filósofo de la escuela cínica, como hemos explicado en el post.

    Un saludo.

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  4. Ok.Yo pensaba que sólo había un Diógenes. Deduzco que el del barril, la anécdota con Alejandro Magno y etc era el cínico. Un saludo.

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