martes, 19 de febrero de 2013

Hablando de Sociología, estatismo y dominación social, un ensayo de Juanma Agulles



El ensayo de Juanma Agulles se nos antoja, antes que nada, un ejercicio de responsabilidad. Responsabilidad para contar una historia de la sociología que no le va a gustar a casi nadie. Punto número uno: quien la escribe es sociólogo. Punto número dos: quien la escribe es un sociólogo que pretende dejar de serlo. Punto número tres: quien la escribe no renuncia, o al menos esa es nuestra impresión, al afán de comprender la realidad (y eso ya es mucho).

Lo dicen los editores: el texto que ahora publicamos tiene como hilo conductor una crítica radical de la institución académica y de los especialistas de lo “social”. Nos encontramos, por tanto, ante un exitoso intento de aportar reflexividad a una disciplina científica nacida al calor de los procesos de industrialización acaecidos en los países occidentales a partir del siglo XIX.

En ese sentido, el de Agulles es un ensayo que recoge las aportaciones críticas con respecto a la sociedad de expertos de teóricos como Foucault o Lyotard, pero con una gran diferencia en relación a intentos similares: la crítica, desde dentro y desde fuera de la propia institución universitaria, al papel del académico y el intelectual. Una crítica explícitamente política: De modo que tiene siempre más valor el trabajo intelectual separado de la vida que el saber que surge de la lucha cuerpo a cuerpo con la existencia. Se diría que el intelectual debe estar a salvo de ciertas contaminaciones y que la academia lo preserva de ellas al mismo tiempo que ejerce la represión mediante la amenaza de dejar de ser garante de lo que el intelectual dice o escribe.

A partir de estos presupuestos, Agulles levanta una suerte de etnografía ―aunque al autor probablemente no le gustaría el término― de la institución universitaria que, entre otros aciertos, nos permite intuir los mecanismos de legitimación del poder y la desigualdad que devienen de la posición estratégica de los especialistas.

No obstante, el papel de la sociología y de las ciencias sociales en su conjunto, ha variado conforme la plutocracia ha ido reajustando, vía Estado, los sistemas de control y dominación social, con el ánimo de perpetuar la sociedad de clases y, por ende, la situación privilegiada de las disímiles oligarquías. Así, nos encontramos en una sociedad posindustrial donde la prescripción de lo patológico y lo normal ya no estaba encaminada al castigo y la venganza, sino al argumento progresista de la reinserción y la reforma social.

Llegados a este punto, al autor no le duelen prendas para, pese lo anterior, poner en solfa las tendencias que sucedieron al relativismo hipercriticista de los años setenta: matematización, oscurantismo posmoderno y catastrofismo insurreccionalista, que son el correlato de otros tantos intentos por recuperar la viabilidad y utilidad del discurso sociológico especializado.

No obstante, el ensayo de Agulles escapa, si se quiere de una forma retorcida, de la inoperancia y balbuceo de buena parte de los textos que se reclaman de la crítica anticapitalista. Lo primero porque su argumentario está perfectamente hilado. Y lo segundo porque la crítica del autor opera constantemente sobre la base de la necesidad del rearme ideológico de los de abajo. Es por eso mismo por lo que tenemos en la obra de Agulles un ensayo radicalmente contrahegemónico, que ataca la línea de flotación de las tecnologías de dominación que dimanan del control y manipulación del conocimiento.

Al cabo, la apuesta de Agulles es precisamente la contraria a lo finalmente pretendido por la crítica social de los reformadores: construir la única crítica coherente con los tiempos que vivimos: aquella que sostiene que ninguna reforma del sistema es posible. Hablamos, pues, de la perentoria necesidad de construir revolución.

Llegados a este punto, y asumiendo la dimensión histórica de esta batalla contra el poder del capital, parece conveniente poner en valor aquellas formas de inteligencia crítica que, por un lado, posibiliten que la investigación social no sea recuperada para los fines de control y represión que requieren las clases dirigentes y, por otro, contribuyan a generar espacios de conocimiento autónomos desde los cuales repensar las complejas estructuras de dominación social y cultural que operan, incluso, desde nosotros mismos.

Para finalizar, hay que destacar que a la profundidad de análisis de la que hace gala el autor, se le ha de sumar la vastedad de sus interesantes intuiciones, apuntes apenas esbozados que, a nuestra manera de entender, merecerían un desarrollo más amplio para no verse estrangulados por el estilo seco y sugestivo del autor.

Sabemos que Agulles no bajará el listón en su siguiente obra, que ya esperamos; se trata de “Nacidos en cautividad (la sociedad tecnológica y sus descontentos)”. Un libro donde estamos seguros de que el autor dará continuidad a su oportuno análisis de los sistemas de dominación presentes en la sociedad capitalista de nuestro tiempo. 

- Reseña publicada en Estudios.

2 comentarios:

  1. Observando las novedades editoriales cuando visito mi librería alternativa y política, descibro que Foucault ha vuelto, aunque quizás simplemente no se ha marchado nunca.
    Tengo que buscarte la reseña de un antropólogo cultural barcelonés que leí hace un tiempo y que sin duda está en la misma linea que Agulles.

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  2. Gracias por la reseña, intentaré conseguir una copia del libro.

    Es muy interesante la idea de sistema de dominación. Si no me equivoco remite a un conjunto organizado de técnicas, o de antropotécnicas, al servicio de una clase dominante (o, en simple, de los deseos de los individuos con rentas elevadas) que somete a una clase oprimida obligando a sus miembros a realizar rutinas complejas, y en definitiva a malgastar el tiempo de su vida en contra de su voluntad mientras los otros disfrutan (esto ya es mucho decir) de su posición privilegiada. Valga de ejemplo el hecho de levantarse cada mañana a una hora determinada y la concatenación de acciones subsiguientes para recibir una educación de provecho o un salario. Unos mandan y otros obedecen, parece todo muy claro, aunque no se corresponde del todo con mi experiencia ordinaria. En la parcela de mundo que me es dada a la observación, resulta que la opresión no se decide a un nivel macro, a ese nivel es puro efecto especial para mí, no es más que la consecuencia a gran escala de las redes de dominación microscópica en las que estoy implicado o el resumen institucional de las creencias que concretan la opresión operativamente. Los cimientos de la dominación los encuentro en lo más cotidiano, en lo más obvio, en los deseos que envuelven señales de mando como "transparencia", "igualdad", "responsabilidad", "culpa", "libertad"... Me encantaría saber de algún libro que indague en este tipo de dispositivos de poder, que analice el entramado subyacente a este tipo de señales de mando o de indicadores de subjetividad o como sea que nos dé por llamarlos.

    saludos y gracias de nuevo!

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