lunes, 3 de diciembre de 2012

Confiar en la amistad, no doblegarse


Sé que se aproximan tiempos difíciles. Los ideales de normalización y autoagotamiento de la mayoría de jóvenes se irán al traste. Nuestra sociedad ―la europea, la occidental― se transforma rápidamente, muta, ante el avance de las que llaman potencias emergentes. No hay pastel para tantos, en eso se resume todo. Cada día caen de la mesa de los notables menos migajas. No es que pasen hambre, es que quieren seguir comiendo la misma cantidad, y ahora desperdician menos. Era de esas migajas de las que se alimentaba nuestro precario bienestar. Pero mi hambre es bien distinta… Busco claridad, la necesito. De momento me conformo con levantar certezas nuevas, que acaso no lo sean tanto. Después de mucho tiempo, vuelvo a Cicerón. Él tiene algunas claves: vivir despacio, amar sin estrategias y ser generoso, confiar en la amistad, no doblegarse. Se puede empezar por ahí. No hay que desesperarse; eso es lo primero y lo más importante ahora. Clásicos mandan.

3 comentarios:

  1. Sin duda es un punto de partida. Y en estos tiempos hay que volver la mirada hacia lo esencial, volver a ello una y otra vez sin pereza, sin temor a eliminar toda la lista de valores inservibles, de ideas vacías. Vivir despacio y con menos, sin estrategias.

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  2. Sí, los clásicos son siempre un punto de partida. La verdad es que no me canso de leer a Cicerón y a los estoicos. Los he descubierto tarde, pero más vale tarde que nunca.

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  3. Recuerdo que mi padre cuando ya era muy mayor me recomendó leer a Séneca y a Cicerón como si de repente se acordase de algo.

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