*
Devuelvo Sin novedad en el frente, de Remarque, y David me deja de piedra. Me saca un libro viejo, muy viejo, de 1931, que le ha comprado a Rafa. Lo publica Cénit, editorial de la que ya hablé aquí. Se trata de Después, que según David es una continuación de Sin novedad en el frente.
Miro la portada y sé que he leído algo antes sobre este libro. Voy a la Biblioteca fantasma. Le echo un ojo y aparece: es una entrada sobre Cenit en la que aparece la obra de Remarque. Os la recomiendo.
David me anuncia que Después recrea la vida de algunos soldados alemanes que sobrevivieron a la I Guerra Mundial. Volvemos a Alemania, volvemos a la República de Weimar. Ya he dicho en varias ocasiones que me interesa especialmente ese cronotropo. Ahora toca disfrutar y tomar notas, reventar el cuadernillo con apuntes sobre el paisaje crepitante de la Europa de esos años.
**
Mis amigos, los que me regalan libros, los que me los prestan, me sostienen. Un libro es capaz de remediar la cojera de una mesa y de poner en orden la cabeza de un lunático. Yo me asomo a la ventana y ya no aúllo.
Hace calor, me tiro al suelo, abro las páginas de esta edición antigua, y pienso en los lectores desterrados que casi con toda seguridad abandonaron este libro a su suerte. Lectores expatriados. Lectores exiliados. Lectores que quizá pensaron como Martín Echenique.
Los lectores de Cénit solían ser obreros catalanes que cuando salían de la fábrica no iban al bar ni a jugar a las cartas. Los lectores de Cénit, sin embargo, los que luego murieron, los que fueron desterrados, cuando salían de trabajo iban al ateneo, a leer y a charlar, a construir ―decían, decimos, digo― el mundo nuevo que llevaban en el corazón.
Los lectores de Cénit solían ser obreros catalanes que cuando salían de la fábrica no iban al bar ni a jugar a las cartas. Los lectores de Cénit, sin embargo, los que luego murieron, los que fueron desterrados, cuando salían de trabajo iban al ateneo, a leer y a charlar, a construir ―decían, decimos, digo― el mundo nuevo que llevaban en el corazón.
***
Tirado en el suelo, leo con ellos. Solo dejaron sus libros.
Gracias por este texto, sinceramente. Tengo que buscar el libro.
ResponderEliminar