sábado, 14 de enero de 2012

Zombis clásicos


Recordó aquel verso una vez más: la poesía, más valiente que nadie. ¿Era exactamente así? Le daba igual. Una idea lo había aplastado como una apisonadora: entregarse día tras día a una tarea inútil y sin embargo bella. Pensó que la literatura era algo parecido al brillo de una estrella en plena noche [punto y aparte] Levanto la vista. Miró la luz titileante de aquella estrella cuyo corazón reventó hace mil años. Leyó un poema perfecto de John Donne [punto y aparte] La inmortalidad es eso —se dijo—, algo muerto que permanece vivo. No encontró contradicción. Pensó en lápidas corridas bajo la luna llena. Pensó en el afán de los malditos. Pensó en la extraña naturaleza de los que apostaron fuerte y lo perdieron todo [punto y aparte] Imaginó a los clásicos como si fueran zombis, pero tampoco. Escribió que eran precisamente ellos los que no estaban podridos.

1 comentario:

  1. Una bonita idea, esa del final con zombis. Aunque lo que me ha gustado realmente es lo de "entregarse día tras día a una tarea inútil y sin embargo bella". Algo así como un ritual (que sin duda podría cambiar el mundo si lo haces cada día, durante toda la vida.

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