domingo, 11 de diciembre de 2011

A veces una cinta negra


Cruzó el pasillo. El sonido de los tacones sobre el parquet la delató. Poco antes lo había visto sonreír con ese gesto dulce que le helaba la sangre. No sabía por qué ni cómo habían llegado hasta allí. Su piel todavía tenía la marca de los arañazos. Él dudó. No sabía si llamarla o dejar que se marchara con esa tristeza insobornable mordiéndole las tripas. ¿Qué quería? ¿Qué esperaba? ¿Cómo podría calmar la sed de esa mujer? Entreabrió la puerta y la contempló ciñéndose la cinta de sus viejos zapatos negros. Sintió un temblor sordo en la boca del estómago. Ella levantó la vista y lo vio mirándola desde el otro lado del pasillo casi a oscuras. Pensó que si lo amaba es porque nunca lo conocería bien. Luego él cerró la puerta, se sentó en la silla, cogió la pluma y abrió el cuaderno, pero no pudo escribir.

4 comentarios:

  1. ¡Kenton Nelson! Me encanta... Por cierto, Juan, ¿lo de "campo de tiro"?

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  2. Pensó que si lo amaba es porque nunca lo conocería bien.

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  3. Una escena terrible narrada con unas frases terribles. Bueno, con pocas líneas de texto se puede emocionar. A eso le llamaban poesía en prosa ¿no?

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  4. Roque, lo de "campo de tiro" tiene que ver con lo que comentaba en la "reseña" de Diario de las especies. Da idea de que en esas entradas se estuviera experimentando o apuntando historias fragmentarias o... Pienso en un banco de pruebas.

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