Al hombre de Vitrubio le han cortado las dos piernas. Yo no sé ni dónde está. Algún día, si me tengo paciencia y no me voy al Amazonas a realizar una etnografía suicida, hablaré de los poetas fusilados en la Comuna de París. Son ellos los que me interesan. Ni me interesa la progresía papanatas que santifica el voto ni la corte de espabilados que justifican su pasividad, incluso su maquillada complacencia, con discursos de la derecha posmoderna que apestan a Fukuyama.
Para el que no lo observe, se lo pongo claro: aquí se habla de libros, es decir, aquí se habla de política. Un buen amigo me explicó qué significa lo que algunos llaman proceso de construcción social de la literatura. Es el mejor lector de Foucault que haya conocido nunca. Él me enseñó a descubrir entre los párrafos, incluso entre las palabras solas, los hilos del poder. Parecerá exagerado, pero es así. Hablamos de posicionamientos.
Pienso de nuevo en los poetas renegados del XIX francés. Me los encuentro en el mejor ensayo que he leído en mucho tiempo: Encyclopédie, de Philipp Blom (Anagrama). Ellos sabían que abstraerse de la cuestión política era otra forma de tomar partido.
Por eso, ¡ay!, amigos que soñáis con hacer de la literatura una virgen no marchada de la politiquera mácula, he de decíos que no estáis libres de pecado y que tal vez seáis vosotros quienes me tiréis la primera piedra. ¡Qué se le va a hacer!
Ya he hablado de ellos alguna vez, pero vuelvo a recodarlo: estos son los cuatro fantásticos que jamás abjuraron de la Comuna de París: Vallès, Rimbaud, Verlaine y Villiers de L´Isle-Adam. A los otros, de tan limpios de polvo y paja, se los acabó llevando el viento.
Para el que no lo observe, se lo pongo claro: aquí se habla de libros, es decir, aquí se habla de política. Un buen amigo me explicó qué significa lo que algunos llaman proceso de construcción social de la literatura. Es el mejor lector de Foucault que haya conocido nunca. Él me enseñó a descubrir entre los párrafos, incluso entre las palabras solas, los hilos del poder. Parecerá exagerado, pero es así. Hablamos de posicionamientos.
Pienso de nuevo en los poetas renegados del XIX francés. Me los encuentro en el mejor ensayo que he leído en mucho tiempo: Encyclopédie, de Philipp Blom (Anagrama). Ellos sabían que abstraerse de la cuestión política era otra forma de tomar partido.
Por eso, ¡ay!, amigos que soñáis con hacer de la literatura una virgen no marchada de la politiquera mácula, he de decíos que no estáis libres de pecado y que tal vez seáis vosotros quienes me tiréis la primera piedra. ¡Qué se le va a hacer!
Ya he hablado de ellos alguna vez, pero vuelvo a recodarlo: estos son los cuatro fantásticos que jamás abjuraron de la Comuna de París: Vallès, Rimbaud, Verlaine y Villiers de L´Isle-Adam. A los otros, de tan limpios de polvo y paja, se los acabó llevando el viento.
Este texto me lo voy a copiar, porqué tienes unas cuantas afirmaciones que suscribiría pero que posiblemente no sabría escribir tan bien como tu. Voy a intentar hacerme una versión para el blog (citándote, claro).
ResponderEliminarRecuerdo que hace años, conocí a una pintora que dió una obra para la Asociación de vícimas del terrorismo. Le pregunté porqué y me dijo que la pintura es arte, y que el arte no es política. En ese momento supe que que su pintura no valía para nada. En eso, Foucault no abrió los ojos.
Todavía tengo pendiente ese libro sobre los intelectuales y la Comuna...
Copia lo que quieras, Lluís. El libro los escritores contra la Comuna es más que interesante, ya lo sabes. Seguro que por allí lo encuentras fácil.
ResponderEliminarHola Juan, hoy he colgado en el blog un texto vagamente inspirado en el tuyo. Por cierto, sobre Encyclopédie, lo acabo de comprar en el Amazon (quedaban dos ejemplares, hora uno). Ya lo comentaremos.
ResponderEliminarQuien piensa que en cada una de sus acciones no hay política está muy equivocado. En cada una de nuestras acciones (u omisiones) decimos algo político.
ResponderEliminarSi no fuera porque soy pacífico y porque la vida ya se encarga de poner a cada uno en su sitio, daría un guantazo cada vez que oigo a alguien decir que no le interesa la política.
ResponderEliminarEulàlia, Enric, totalmente de acuerdo.
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